Shana dormía en el camarote de las habitaciones inferiores. El barco se mecía sobre las olas en un vaivén constante y el murmullo del agua que rompía contra el navío era tranquilizador. Al fondo, menos evidente, se escuchaban las voces apagadas de la reunión que orquestaba el capitán pirata que los alojaba. Teka y Saurin se encontraban allí. El primero ya andaría borracho y el segundo, que había subido solo a cuidar que Teka no cometa ninguna estupidez, debería de estar considerando escabullirse de alguna manera. Todo parecía por fin en paz. Y, aun así, Shana tenía un mal presentimiento.
Abrió los ojos de golpe. Se encontraba en un camarote pequeño, que compartía con Felix y con Battprit, sus otros compañeros. Miro la mesa a su lado, donde yacía una vela encendida al descubierto. «Que descuido.» Molesta consigo misma, se desperezó y se levantó hasta quedar sentada en la cama. Pudo ver por la ventana que la noche ya había caído, tiñendo el cielo de un azul oscuro, sin nubes. Ya estaba tarde. Se puso de pie, cogiendo la vela, y se dirigió a ver que estaban haciendo los demás.
Salió al pasillo dispuesta a echar un vistazo al interior del barco. Estaba segura de que arriba todo estaría controlado por Saurin. Era preferible que ella asegurara el resto. Había una mala energía en el ambiente y eso no la dejaba descansar en paz.
Shana sabía que, en alta mar, las presencias áuricas serian algo mucho más común. No debería de preocuparse tanto, donde se encontraban, lo más probable es que los impulsos de aura se deberían a almas ahogadas. Aun así, si algo había aprendido del aura, era que no se podía estar completamente seguro de nada.
El barco tenía un aspecto lastimero. Un navío, antaño glorioso, venido a menos junto a su tripulación. Cuando organizaban el alojamiento, el capitán Ituajera daba una impresión desgastada; su larga barba, y su barriga protuberante y fofa, daba cuenta de que sus días de sendas aventuras marítimas habían llegado a su fin. Fue sorprendente como había cambiado al convocar la reunión de esa noche, parecía más animado, como si hubiera recuperado fuerzas y dejado atrás a ese hombre cansado y venido a menos. Shana recorría el pasillo asomándose a los camarotes vacíos, puesto que sus habitantes se encontraban arriba en la fiesta. A mitad del recorrido el pasillo se ensanchaba, daba la impresión de ser una sala aparte. Arriba se encontraba una cuadricula de metal, que dejaba pasar la luz de la luna hasta allí. Respiró el aire de fuera que se colaba por la rendija y se relajó un momento, con el fuego de la vela dando un contraste dorado a los cuadros de luz plateada que caían desde arriba.
Caminó hasta el fondo, a la bodega.
Mientras se acercaba, vio como una silueta salía desde la bodega a la cuadricula de luz. Se tensó y se puso alerta, bajó su peso, como había aprendido a lo largo de los años, para no perder el equilibrio y reaccionar más rápido antes cualquier cosa. El hombre de espaldas salió a el claro iluminado y ahí se dio cuenta de que lo conocía. Teka salía arrastrando un barril.
—¿Qué haces por aquí?
—Me vo a llevá ete ino pa arriba —intento vocalizar Teka, sin levantar la mirada. Halaba pesadamente el tonel por el suelo. Shana no se sorprendió al oír su forma de hablar, característica de su evidente ebriedad, y le extrañó menos, el hecho de que no pudiera ni arrastrar un barril en condiciones.
—Supongo que opinabas que Saurin no estaba más capacitado para encargarse, ¿verdad?
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Los cinco capitanes [Seis marginados #1]
FantasyTras la muerte de un importante capitán, un grupo de marginados se ve obligado a tomar partido en la reunión pirata del mar del sur. Un mar lleno de peligros, criaturas, asesinos y magia. Una organización secreta que intenta destruir todo el sistema...