De cómo me niego a dejarte ir

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2018




Recuerdo cómo empezó todo, a decir verdad, no creí que sería algo duradero.

No es como si así lo fuese, pero duró más de lo que habría esperado.

Era un viernes en la mañana cuando finalmente supe que habías terminado con tu novia, una chica castaña y bonita de uno o dos años menor que tú. Tú estabas en mi salón y por menos probable que parezca, lucías tranquilo. Lo cual me parecía extraño, te veía bastante feliz con ella.Tanto, que cuando empezaste a salir con ella, preferí no decirte que me gustabas y entonces elegí alejarme. De eso ya tenían tres meses, tres meses en los que habíamos dejado de hablar.Nuestro encuentro comienza hasta la noche. Cuando me preguntaste por teléfono si podíamos salir a tomar unos tragos.Te dije que sí y tú mismo me recogiste en aquel auto viejo de tu padre. Nos saludamos como si fuéramos amigos de toda la vida e intenté no lucir sorprendida cuando te pregunté cómo habías conseguido mi número.


—Se lo pedí a Antonio, que lo consiguió de Mariana —dijiste refiriéndote a otras dos personas de nuestro salón.


Reí mientras asentía. Antonio era de tus pocos amigos con los que me llevaba bien, y Mariana es mi mejor amiga. Aunque no hacía falta conversación, el ambiente era incómodo.Finalmente, llegamos a un antro y entramos después de estacionar el auto y mostrar nuestras identificaciones en la entrada. Estoy bastante segura de que,si hubieras ido solo, no te lo habrían pedido, ya que al contrario de mí, te ves un par de años mayor de los que eres.Tal vez olvidé decir que antes de que te dejara de hablar, éramos muy cercanos (al menos para mí). Porque yo siempre tuve la confianza de decirte todo, pero muy rara vez tú me decías algo.De cualquier manera, supe en cuanto nos sentamos en la barra que tomarías demasiado, y tuve razón. Mientras yo apenas había tomado dos cocteles no muy cargados, ya te contaba hasta el séptima y comenzabas a lucir mareado.Por lo que preferí distraerte jalándote conmigo hasta la pista de baile.Tú reíste ante mi esfuerzo y me preguntaste:


—¿Intentas aprovecharte de mí? —bromeando, con una sonrisa ladina.


Yo negué con la cabeza intentando no hacer notar la carcajada que ahogaba en mi garganta. Bailamos durante horas, y no me dijiste nada.

Nos tomamos un café negro y después me dejaste en mi casa.Antes de que cruzara la puerta me abrazaste demasiado fuerte mientras escondías tu nariz en mi cabello. Por un momento, creí que ibas a llorar, y no supe qué hacer. Pero luego te separaste de mí y me dirigiste una mirada antes de subir a tu auto y desaparecer en la carretera.

Esa fue la primera noche.Creí que volveríamos a ser amigos, pero me ignoraste el lunes siguiente,mientras te sentabas con aquellos chicos que no me agradaban.Y no me hablaste, hasta el viernes.

Fuimos a comer helado y ver una película en un autocine. El siguiente, vimos un maratón nocturno de tu serie favorita en mi casa. El siguiente, recorrimos el centro de la ciudad e incluso entramos a un pequeño local donde nos leyeron el tarot (sólo recuerdo vagamente ver la carta de El Diablo y El Ciego, lo demás es difuso), sin embargo, sólo entramos por diversión, porque ninguno de ambos creía en ello. Y así durante el resto del semestre.


—¿Sabes? —me dijiste en momento en que habías exhalado el humo del cigarro que estabas fumando— Antes tú me gustabas.


Estoy segura de que mi expresión fue única, y no tardé demasiado en sonrojarme. Igual no pudiste notarlo, habías vuelto a hablar con uno de tus amigos.

En la penúltima noche, te lanzaste a besarme y yo me giré. Porque también sabía tu costumbre de tener a todas las chicas a tu merced, yo no quería ser como ellas.

Yo quería gustarte en serio, pero al parecer tú no podías tomarte a ti mismo de esa manera. Porque a pesar de que terminaste el semestre, no pasaste y tus padres se enfadaron tanto que te cambiaron a una escuela privada.Ahora, definitivamente, no volvimos a hablar.Yo no te busqué, porque esperaba verte el siguiente viernes frente a mi puerta,en vano.

Unas semanas después te vi entrando a un cuarto mientras besabas a una chica que no conocía, en una fiesta que había organizado uno de tus amigos. Y ni siquiera me miraste.

Llamé a Mariana para contarle lo sucedido, ella misma me llevó a casa y encontró tu chaqueta negra que olvidaste.

Lloré hasta dormirme, y no volví a verte.

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⏰ Última actualización: Feb 03, 2023 ⏰

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