QUIET | Vestigios de Humanidad hacía Eternidad

Aquel Lugar

La conocí una noche de julio, pude sentir en la oscuridad de sus ojos que era igual a mí, y fue ahí en donde me pregunté como seria verla sonreír.

Cuando la vi por primera vez era muy retadora y su actitud elocuente llamo más mi atención, realmente me gustó tener la razón que solo la oscuridad de sus ojos era capaz de hacerme sentir de una manera cálida, como si ya la hubiera visto antes como si ya hubiéramos  compartido tiempo , sonrisas y emociones con ella, algo que no sentía desde hace muchos años.

Solo se necesitó una noche para saber que era ella la constante de mis sonrisas, me enamoré de ella la primera vez que caminamos juntos por la oscura noche de aquel lugar.

Todo era tan perfecto desde el primer momento quién podría imaginar todo lo que estaba por ocurrir el dolor, el sufrimiento y la venganza.

- L A I N 

Mientras que caminaba por las calles de Seúl, un lugar abandonado por Dios lleno de ladrones, asesinos y vagabundos, conocí a alguien quien tal vez era mi primer y único amigo. Nunca pude confiar en alguien, no había conocido a alguien tan cercano al cual apreciara lo suficiente como para llamarlo amigo, pero con él todo fue diferente, desde el primer momento se sentía como si lo conociera desde antes, aunque no sabía quién era ni a qué se dedicaba. El simple hecho de caminar con él por las calles de aquel lugar me hacía sentir bien, todo hasta aquella noche, una noche lluviosa oscura con el olor a basura mojada, calles solitarias en donde debías cuidarte hasta de la policía corrupta por los regentes...  

Entonces sucedió aquello que marcaría mi vida y no olvidaría, el sentimiento de apartarme de la primera persona a la que pude llamar amigo mientras caminaba sonriendo entre la oscuridad de aquel lugar, la negra noche acechaba, la muerte de un momento a otro, mi primer amigo cae al piso agonizante gritando de dolor, poco a poco su piel se deshace como papel en el agua, grita de dolor mientras araña mi cuerpo pide por mi ayuda mientras lo escuchaba gritar y lo veía agonizar de dolor. No sé qué sucede no sé quién lo hace, no puedo entender por qué mi mejor amigo está así sufriendo, agonizando, suplicándome que termine con su dolor, miro a sus ojos temeroso diciéndole que todo estará bien que lo ayudaré pero desde el fondo no tengo idea de lo que está sucediendo, ni de lo que está por suceder, temo con cada parte de mi ser que esa persona que tengo en brazos muera sin más, sin poder hacer nada, sintiéndome inútil, el miedo recorre mis ojos, mi mente se desgarra al ver el dolor de mi mejor amigo. Pido ayuda, una ayuda que sé que no llegará porque ni yo entiendo lo que sucede. 

Entre sollozos de dolor y con sus últimas fuerzas mi amigo exclama:

—No pensé que llegaría este momento tan rápido, pero vive, lucha y ama.

Entonces cae en un silencio absurdo un silencio de duda que no sé si está muerto o vivo, no sé si su existencia terminó, o simplemente sigue aferrado a un sufrimiento macabro que pareciera un castigo de los dioses. Mientras lo sostengo en mis brazos lloro en silencio, nadie se acerca a ayudarme, aunque le pido ayuda a las  personas que caminaban cerca de la calle, tenían miedo de acercarse a otros por la alta delincuencia del lugar, incluso la policía no se acercaba, de no ser que pudieran sacar algo de dinero para ellos. 

En la esquina había un grupo de taxistas, entonces saqué fuerzas para cargar el cuerpo de mi amigo y pedí a los taxistas con lágrimas en los ojos que por favor me ayudasen a llevarlo a algún hospital dado que no aparentaba tener dinero todos me rechazaron, hasta que uno de ellos pudo reconocer la identidad de mi amigo y exclamó en un grito:

—¡Es Suga! — Actual Regente de Seul

De inmediato las personas que estaban cerca se comenzaron a alejar lo más rápido posible, incluso la lluvia parecía detenerse, y en un instante la policía se acerca haciéndome preguntas raras las cuales no puedo responder, aturdido por lo ocurrido solo pido ayuda por mi amigo hasta que uno de ellos me sujeta por el cuello para así empujarme hacía una de las puertas del patrullero y me grita en la cara: