Sus manos temblaban, apenas podía ocultarlo mientras agarraba con más fuerza de la necesaria la taza que contenía algo similar a un té destinado a tranquilizarlo. Tenía que reconocérselo, Rosalia había sido lo suficientemente inteligente como para ofrecérselo desde el inicio, aun si todavía necesitaba juntar la fuerza para mantener su cuerpo lo suficientemente quieto como para tomarlo sin que se derramara.
No encontraba manera de que eso aliviara su angustia naciente de cualquier manera, aunque ella siempre había sido notable, un sorbo, eso sería todo lo que necesitaría para que hiciera efecto, conociendo sus dones, era su confianza la que había causado esto después de todo, si no le creyera, no tendría esta reacción. Apenas reunió la capacidad para volver a hablar, se enderezó con la gracia y dignidad que debía tener alguien de su posición.
- No hay forma de evitarlo – su voz, salida como un susurro temeroso no era una pregunta, era una afirmación, severa e inexorable.
No hubo forma de que pudiera ocultar su temor y no quiso ocultarlo. La bruja de sangre solo miraba con severidad, seguramente demasiado acostumbrada a dar noticias de ese calibre, con su postura rígida, volvió a tomar el mismo cristal que había usado para mostrarle un futuro inminente que se apresuró a difundir, lo guardó con cuidadosa atención como si eso la ayudara a asimilar todo de la misma manera. Quizás debió ser más delicada pero lo último que había tenido fue tiempo y el rey... el rey era de voluntad fuerte, su mente abierta creía en ella y confiaba en sus premoniciones como otros antes que él.
- Temo que no – sacó una caja de madera de la bolsa que había traído consigo, era pequeña y poseía algunas marcas talladas en la superficie – esto les ayudará un poco, las cosas deberían de calmarse después de un tiempo – el dolor en su mirada todavía fue perceptible – lamento no poder ser de mayor ayuda, lo poco que puedo ver es limitado y ésta no es mi especialidad.
Él asintió, tomando sorbos efectivos del té ofrecido, sin duda una decisión acertada. La noche todavía era joven y un par de horas aún tenían, poco tiempo tenía para asimilar todo, necesitaba superarlo lo más pronto posible. El rey pensó en su joven hija, todavía dormida en su alcoba, su princesa, la imagen de otros dos jóvenes le llegó a la memoria también, idénticos, distintos, necesitaba actuar rápido.
- Será indispensable que los pongas a salvo, aléjalos – destacó ella, algo realmente importante y ni siquiera era necesario que se lo recordara, él sabía que debía hacer eso e incluso si la instrucción fuera lo contrario, lo negaría absolutamente – no llamen demasiado la atención y váyanse lo antes posible, Fallfield es un pueblo lejano en el oeste, está más allá de la frontera, demasiado lejos de la capital de su reino como para representar una amenaza.
Devolvió la taza que se le había dado y sin decir otra cosa se levantó de su lugar. El aire frío del jardín no era del todo bueno para su salud, pero era el único lugar en el que ella aceptaba reunirse, no importaba las circunstancias. Tenía la sensación de que eso cambiaría a partir de ahora.
El aviso de un golpe de estado a tu reino no era sencillo de asimilar, más aún sabiendo que no había nada que pudiera hacer que lo impidiera, aun tratándose del rey.
Rosalia se quedó allí un rato con la cabeza gacha, una suave brisa se llevó sus palabras incluso cuando se encontró sola.
Lo siento...
Ya no... podía dar marcha atrás.
ESTÁS LEYENDO
Sacrificio
FanfictionEn los confines de su nuevo hogar, Raizel sólo tiene entendidas un par de reglas. Primero, nadie debe saber quien era él ni tampoco su hermano, su prima ni su tío, por lo que ya no era Cadis Etrama Di Raizel, solo Raizel o Rai para estar más seguro...