Un dulce y suave aroma la envolvió, atrayéndola a abrir los ojos. El aroma se había impregnado en su ser. Para su sorpresa, se encontraba rodeada en medio de un campo de campanillas. Había caído dormida al sonido del rugido de una tormenta que castigaba el viejo barco con su desagradable olor a madera hinchada y mojada. Pero todo estaba calmado ahora, ya no estaba allí."¿Estaré muerta? ¿Habrá venido mi madre por mí?"
Fue su primer pensamiento. Miró hacia abajo y notó que llevaba un vestido blanco con encajes, largo y suelto, similar a un camisón pero con muchos más detalles. Se puso de pie, tocó su cabello y se sorprendió al darse cuenta de que sus dedos no alcanzaban más allá de sus hombros al deslizarse por sus hebras negras.
— Mi cabello... — tartamudeó. Tenía el pelo corto, y solo ahora se daba cuenta de que estaba en un lugar que nunca antes había visto, aunque le parecía familiar. El campo de campanillas se extendía hasta el borde de un montículo, y en la cima, un antiguo árbol ondeaba sus ramas al viento.
Mikasa se puso de pie, alisó su vestido blanco y pulcro, y estaba a punto de dar un paso hacia el árbol cuando vio a alguien asomándose detrás del tronco.
— Es un niño... — murmuró sorprendida. El chico emergió de la sombra. Sus ojos verdes capturaron su atención; estaba segura de haberlos visto en otro lugar.
— Mikasa — escuchó a lo lejos. El niño movió los labios.
"¿Me está llamando?"
— Mikasa — volvió a escuchar. El chico levantó la mano y le hizo un gesto amistoso, sonriendo. Mikasa sintió un cálido cosquilleo en el estómago; el chico había crecido hasta convertirse en adolescente en un parpadeo.
— Se parece a...
— ¡Mikasa! — Inspiró bruscamente, como si hubiera estado sin aliento durante mucho tiempo, mientras era sacudida de los hombros, regresando a la realidad.
— ¡Eren! — exclamó, sentada en la cama, con el cabello enredado.
El silencio llenó la habitación, y su nariz fue la primera en notar que el olor a tabaco, madera húmeda y moho llenaba el espacio nuevamente.
— El barco...
Supo al instante que había sido un sueño.
— Ya hemos llegado — murmuró Eren, de pie en el marco de la puerta. Sus miradas nerviosas se encontraron, y los ojos verdes de Eren vagaron del suelo a la mesa, de la mesa a la cama, luego de la cama a Mikasa y repitieron el camino antes de irse. Las mejillas de Mikasa ardieron, y con un empujón apartó a Sasha para mirarse en el espejo y se cubrió la cara con ambas manos, ocultando el rubor en su rostro.
Era natural que Eren reaccionara así. Lo había visto en una camisola de lino que dejaba poco a la imaginación.
— ¿Por qué no me despertaste antes? — reclamó mientras se presionaba las costillas, tratando de regular su respiración — Sabes que hay lugares que solo debe ver un esposo en una mujer, y yo no estoy casada.
— La señorita Historia — justificó rápidamente Sasha — Me dijo que se quedó despierta muy tarde debido a la tormenta, así que la dejamos descansar.
Mikasa notó que su tono autoritario solo empeoraría la situación, Sasha no la consideraba simplemente una criada. Aunque en casa mantenían formalidades, las tres habían sido criadas juntas.
— Está bien, Sasha — dijo la pelinegra, sonriéndole — Lamento haberme comportado así contigo. Estoy nerviosa.
Mikasa se acercó y tomó la mano de Sasha con cariño.
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Capitán Jaeger
FanfictionEn las islas inglesas, solían venir piratas de altamar a saquear cada cierto tiempo. Todo era natural y parte de la vida en aquellos lugares donde los más valientes habían ido a hacer patria, pero había un barco en especial, que pasaba a ser una ley...