prólogo

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- creo que ya está lo suficientemente caliente - hablaste al sentir la gota de leche del biberón en tu mano.

Era una mañana bonita,el sol estaba en su máximo esplendor y las aves cantaban.
Te dirigiste a la habitación de tu pequeña hija para darle de comer,tu esposo ya se había ido a trabajar.

- Buenos días mi pequeña dormilona - dijo mientras tomaba en sus brazos a su pequeña niña.

Era un día tranquilo en la pequeña granja que tenían. Más tarde irías a alimentar a los animales que tenían ahí.

Después de que se casarán Jake había insistido en mudarse a un lugar pacífico para que sus futuros hijos vivieran tranquilos,ahora estás aquí alimentado a la pequeña Gaia la cual recién se había despertado.

Después de que se casarán Jake había insistido en mudarse a un lugar pacífico para que sus futuros hijos vivieran tranquilos,ahora estás aquí alimentado a la pequeña Gaia la cual recién se había despertado

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El día siguió con normalidad asta que la tarde llego. Gaia jugaba en el pequeño corralsito que tenían para ella mientras que tú hacías su papilla.

La puerta se escuchó abrirse y al salir de la cocina visualizaste la silueta de tu marido.

- Bienvenido a casa - saludaste con una sonrisa asta que viste la gran herida que tenía en su brazo - Dios santo ¿Que sucedió?

- Me lastime en el trabajo,eso es todo - hablo con tranquilidad para luego acariciar tu cabello - ¿tenemos alcohol?

- Si,en el baño,está en el botiquín de primeros auxilios - dijiste mientras volvías hacia la cocina a revisar que el arroz no se quemara.

Rara vez llegaba sano y salvo a su casa. Nunca quiso decirte de que trabajaba y nunca decidiste preguntarle para no generar una discusión,ahora son una familia y deben de estar unidos.
Apagaste la estufa al ver que el arroz estaba listo y de fondo pudiste escuchar una canción muy antigua.

Saliste para ver de qué se trataba y ahí viste a Jake bailando junto con la pequeña Gaia.
La bebé reía y aplaudía ante el movimiento.

- ¿Te nos quieres unir,mamá? - pregunto Muller al verte parada en el marco de la puerta.

- ajá... ¿Desde cuándo bailas? - sonreiste y pusiste el mantel que tenías en tus manos en tu hombro - ni siquiera bailaste para nuestra boda.

Reíste y te acercaste para tomar a Gaia en tus brazos.

- ¿Sabes? Seguramente tu papá es un muy mal bailarín - le hablaste a tu hija recibiendo una mirada algo confundida de Muller.

- ¿A si? Pues te demostraré lo muy bien bailarín que puede ser papá - sonrió para acercarse a ti y a Gaia.

Fue una tarde de alegría y risas,no ahí nada mejor que un buen tiempo en familia ¿No?

Fue una tarde de alegría y risas,no ahí nada mejor que un buen tiempo en familia ¿No?

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Fallecí.

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