𝘓𝘢 𝘥𝘶𝘳𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘮𝘰𝘥𝘦𝘭𝘰... 𝘴𝘪 𝘯𝘰 𝘦𝘴 𝘊𝘩𝘢𝘳𝘭𝘦𝘴 𝘕𝘪𝘬𝘦𝘴

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𝐎𝐦𝐧𝐢𝐬𝐜𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞:

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𝐎𝐦𝐧𝐢𝐬𝐜𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞:

-¡Charles Nikes está aquí!

-¡Oh, Dios mío! -una fuerte contención de aire sofocó al sujeto de traje-. ¿Qué hago? ¿Qué hago?

-Tranquilo, actúa normal -la chica al mando de la organización del evento se acerca con un semblante recto, mas que acostumbrada a ver ese tipo de celebridades-. Está entrando -informa luego de escuchar la señal por el micrófono en su mejilla.

Nadie que haya estado alrededor de Charles Nikes ha sido capaz de actuar normal.

El hombre de vestimenta colorida acomoda su saco y peina su cabello castaño entre dedos, extremadamente nervioso, no ve la hora en que aquel chico tan esperado atraviese la puerta de entrada.

Entonces, fue como si Dios mandara su mejor ángel a la tierra; la reencarnación de afrodita en hombre, así es como llamaban los medios, un dios griego.

Él estaba ahí, derrochando belleza y superioridad con cada paso, mirada y respiro que daba.

Por sus poros perfectamente cuidados transpiraba belleza, se decía que sus lágrimas brillaban y eran dulces, sus ojos azules parecían falsos, como dos enormes zafiros, su piel aparentaba ser de porcelana, limpia y pura, sus rizos dorados caían suavemente a un largo de medio rostro, su pequeña y perfilada nariz era lo más llamativo. Pero sin duda lo más hermosos de el era su cuerpo, era alto, aproximado 1.80, delgado pero sin llegar a los huesos, bien cuidado con dietas estrictas, sus manos eran delicadas y extensas, la piel pálida se sentía de terciopelo, su abdomen era plano y figuraba un pequeña cintura envidiable, en sí todo él era cuestión de envidiar.

Con dos personas a su espalda entró al caos de la preparación de modelos para el show de moda.

-¡Hola! -efusivo, el hombre se acerca al pequeño grupito recién llegado-. ¿Cómo están?

-De maravilla -reluce una rubia a la espalda de Charles, con un par de cafés en mano-. ¿Este es el lugar? -sin preámbulos va al punto, déspota.

-Ah... sí -muestra su mejor sonrisa intentando ser visto por el joven modelo de gafas oscuras y rostro indiferente-. ¿Hay algún problema?

Los dos chicos de atrás se susurran un par de cosas mientras el rubio inspecciona el área e inevitablemente hace un gesto de desaprobación.

-No sucede nada, ¿nos puede llevar al área de Charles? -esta vez es un chico moreno el que habla.

-Con gusto -nervioso, camina delante de las tres imponentes personas y con una seña llama a otra organizadora de origen asiático.

-Por cierto, el es Douglas, el diseñador con el que estarán trabajando esta noche, el dueño del diseño que Charles va a utilizar -interviene la organizadora, en un intento de hacer notar al que se supone es la estrella de la noche.

𝘈𝘯𝘵𝘪 𝘙𝘰𝘮𝘢𝘯𝘤𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora