Capítulo 2.

27 1 0
                                    

No estoy pensando claro en ese momento porque no sé exactamente a quién estoy buscando. ¿Es a Malú? No, tengo que recordar que él no estuvo a mi lado anoche, no fue quien durmió conmigo, sino que fue cierto chico que regala abrazos todos los días en el ascensor.

Mis ojos se abren con dificultad por la luz y dirijo mi mirada a la mesita de noche, notando que el reloj todavía marca las siete de la mañana, y se supone que no sonará sino hasta dentro de media hora.

Es extraño cómo me siento, parece que mi cuerpo está un poco más ligero en esta mañana, pero tampoco le presto mucha atención a eso, no cuando me levanto de la cama y camino hacia el baño.

Empiezo a considerar romper todos los espejos de mi apartamento, porque la imagen que me devuelve este no es nada acorde con cómo me siento, con la tranquilidad que experimenté al despertar. Este se encarga de recordarme que Malú me abandonó meses atrás, que debido a eso ya no queda casi nada del Aldair que yo era. Malú se había convertido en mi norte y cuando él se fue, quedé en la nada. ¿Cómo es posible que una persona llegue a depender tanto de otra?

Aparto la mirada del espejo y me meto bajo el agua caliente. Necesito despejarme de estos pensamientos que me llevan a Malú, que solo me hacen daño, y lo hacen todavía más en el momento que recuerdo que él estuvo anoche en su cena de ensayo, esa a la cual no asistí, y creo que eso debo agradecérselo a Theo, ya que si no hubiera sido por él, pude haberlo hecho. ¿Cuán patético me hubiera visto llegando a esa cena?

Sé que me tomo más tiempo del normal mientras me baño, pero me vuelvo a sentir un poco más relajado al momento que termino, metiéndome en uno de esos trajes que uso todos los días para ir a trabajar.

Esta mañana incluso siento un poco de hambre, lo que me recuerda que no he comido la noche anterior. La sensación me parece tan extraña, ya que desde hace meses he estado comiendo por obligación, no porque sintiera que mi cuerpo lo necesitara, y eso se había reflejado en mí, haciéndome parecer un poco enfermo. También hizo que me alejara de las personas porque estas solían hablar de mi apariencia, como si no estuviera presente.

Cuando estoy listo, salgo de la habitación con la idea de ir por comida a la cocina, y en este trayecto recuerdo la que ayer me trajo Theo. Empieza a sonar como una buena opción de desayuno.

Sin embargo, no estoy preparado para lo que me encuentro, porque un hombre perfectamente vestido de manera casual, sin perder la sobriedad que siempre lo ha caracterizado, está ahí, apoyado en la encimera y con una taza de café en su mano. Lo sé porque el olor inunda todo el lugar.

―Malú... ―digo sorprendido.

―Hola, Aldair.

Él bebe de su taza.

―¿Qu-qué haces aquí? ¿Có-cómo e-entraste?

Sé que sueno tonto al tartamudear, pero me sorprende su presencia. Estoy seguro de que si algo hice cuando Malú se marchó, fue cambiar la clave del apartamento, no porque haya querido exactamente hacerlo, pero fue una sugerencia de la psicóloga y la tomé.

Creo que en realidad es una de las pocas cosas que realmente hice, y tal vez por eso no siento que la terapia ayuda, porque al final nunca la escucho de verdad.

―El chico de ayer me dejó entrar ―dice como si no tuviera importancia.

Me toma unos segundos darme cuenta de que se refería a Theo, aunque no sé la razón de que lo hiciera, porque estoy seguro de que ayer, antes de dormirnos, él había murmurado algo acerca de ayudarme a olvidar a Malú.

En realidad no estoy seguro de si esas fueron sus palabras, porque él hablaba mucho acerca de salvarme y lo hacía sonar como si fuera algo tan sencillo, que llegué a creer que era posible que lo hiciera, pero ahora que tengo a mi ex enfrente de mí, sé que no lo es, no cuando lo único que deseo es cruzar la habitación y pedirle que regrese.

Sálvame. (Completa en dreame, lulu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora