Que la noche no se acabe 1/2

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Me separé un poco para mirarlo, la punta de mi nariz rozaba la suya, tenía una expresión de placer en el rostro que me fascinaba, me satisfacía sobre manera ser yo la responsable de esos gestos. Quiso besarme y yo hice mi cabeza hacia atrás pero alcanzó a lamer mis labios. De pronto me envolvió en sus brazos y me hizo acostarme en la cama, me tomó de las muñecas y extendió mis brazos a los lados de mi cabeza, yo quise librarme de su prisión, pero no pude, me sonrió una vez más.– Ahora es mi turno – susurró mirándome fijamente a los ojos.– Pero… – su boca en la mía silenció mi protesta.– Fue tu idea jugar rudo esta vez – dijo en mis labios y su aliento inundó mi nariz – prohibido tocar o prolongaré más la tortura – sentenció mientras se hincaba en la cama, yo me lamí los labios.Subió mi camisa lentamente con sus manos en tanto acariciaba la piel que iba quedando al desnudo, besó y lamió mi abdomen, bajó hacia mi cintura, siguió subiendo la camisa hasta descubrir mi sostén que era negro de encaje, sonrió al mirar la prenda y me dio pequeños besos en el nacimiento de los senos, me enderecé un poco y me quitó la camisa completamente. Se acercó a mis labios y los rozó con los suyos, cerré los ojos esperando recibir su lengua, pero, no llegó, quise tomar la iniciativa, pero se separo, con su lengua recorrió mi oreja, jugueteó un rato con mi lóbulo mientras sostenía mis manos para evitar que lo tocara. Después me quitó los zapatos y el pantalón y con sus dientes bajo mi ropa interior, primero de un lado y después del otro, yo ya estaba completamente excitada, mi respiración era pesada y jadeaba al sentir sus caricias, ya lo necesitaba dentro de mí, él lo sabía, pero me estaba llevando al extremo, terminó por quitarme la tanga y después el sostén.Me hizo acostarme boca abajo, hizo a un lado mi cabello y me besó uno de mis hombros, fue dejando besos hasta llegar al otro hombro y después bajó besando y lamiendo a lo largo de mi columna vertebral mientras sus dedos se deslizaban suavemente por toda mi espalda y por mis costados, yo estaba completamente húmeda y vuelta loca por querer sentirlo dentro de mí. Me besó la cintura y con las yemas de sus dedos acarició lentamente mis nalgas y bajó a mis muslos.– Por favor – dije en un susurro suplicante.– Por favor, ¿qué? – musitó en mi oído mientras sus dedos acariciaban mis brazos.– Ya fue suficiente tortura – respondí con un hilo de voz.– ¿Y qué es lo que quieres?, – preguntó en mi oído mientras frotaba su sexo contra mis nalgas – dímelo – agregó exhalando en mi oreja.– Deja de jugar ya, hazme tuya.– ¿Quieres que te haga mía ahora?– Sí… te lo suplico.Sentí que se levantó de la cama, yo entré en pánico, me volteé y me enderecé, lo vi sacando un condón de su pantalón y poniéndoselo mientras yo me acosté boca arriba, él se subió a la cama, yo abrí las piernas, dándole la bienvenida a disfrutar de mi cuerpo, pero, él otra vez volvió a torturarme y sólo me frotaba muy suavemente, mientras yo me retorcía porque se introdujera de una vez por todas.– Basta de juegos, ya no soporto – supliqué casi con lágrimas en los ojos.– ¿Qué es lo que no soportas? – preguntó colocando su cuerpo encima del mío.– Lo que estás haciendo, necesito tenerte dentro ahora – ordené.– ¿Me extrañaste? – preguntó entrando en mí finalmente de un tirón.– Sí – grité cuando su masculinidad cubrió todo mi interior.– ¿Cuánto? – preguntó con la voz distorsionada moviéndose afuera y adentro.– Mucho – apenas y pude responder entre gemidos.– ¿Mucho? – repitió mientras disminuía el ritmo de sus movimientos.– Muchísimo – exclamé tratando de alcanzar su rostro para besarlo.– Demuéstrame que tanto.Entonces, lo aprisioné con mis piernas y empecé a moverme rápidamente, sus manos las tenía a mis costados apoyadas en la cama, yo subí las mías y las puse en su espalda apretándosela con cada movimiento que se iba intensificando, no sabía cómo definir los sonidos que escapaban de mi boca, por la intensa excitación de sentirlo dentro, como entraba y salía de mí mientras él gruñía, tenía las mismas ansias y la misma necesidad que yo. Hizo los movimientos finales para llegar al orgasmo al mismo tiempo que yo y gritamos juntos, se dejó caer encima de mí y así se quedó un buen rato sin retirar su miembro de mi interior, que se lo agradecí infinitamente.Esa noche lo hicimos de diversas formas, con urgencia, no quedó un solo centímetro de mi cuerpo que no haya quedado cubierto por sus besos y sus caricias y, entonces, comprendí que no importaba cuanto luchara, yo lo necesitaba y no podía dejarlo, no cuando me brindaba todo ese universo de posibilidades que ni siquiera mi mente retorcida podía crear, era completamente adicta a él y no me importaba nada con tal de seguir disfrutando de su cuerpo, de sus besos y de sus dedos acariciándome, me declaré vencida y no iba a volver a alejarme de él.Una vez más colapsamos juntos, nuestros cuerpos estaban repletos de sudor, nuestras respiraciones erráticas y el pulso hasta las nubes. Se acostó a un lado de mí mientras su ritmo cardiaco y su respiración regresaban a la normalidad al igual que los míos, nos quedamos en silencio mirando hacia el techo, yo estaba buscando la forma de preguntarle si él era quien me había llamado cuando un fuerte trueno se escuchó seguido de una intensa lluvia, yo me abracé a él sin poder evitarlo.– ¿Te asustan las tormentas? – preguntó extrañado.– Sí, desde niña – respondí con toda la vergüenza del mundo, algo completamente absurdo después de todo lo que habíamos hecho, quizá por eso me sentí tonta al admitir mi temor.– No pasa nada, la lluvia es algo muy normal, vital para la vida, además, no estás sola.– Lo sé, es sólo que – recordé las famosas reglas y guardé silencio – no importa.– Tranquila, me quedaré aquí hasta que pase – dijo acariciando suavemente mi hombro.– ¿De verdad?– Sí, no traigo coche y no quiero mojarme.Mi ilusión se desvaneció en el aire, por un segundo pensé que se quedaría sólo por hacerme compañía, pero supuse que eso rompería la regla de los lazos afectivos, así que me separé de él y me volteé dándole la espalda, me abracé a la almohada hasta que me quedé profundamente dormida.

ARDIENTE TENTACIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora