── 🌙⋆ ࣪ O8: yuan bei ֶָ֢֪

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Las siguientes dos semanas volaron como un avioncito de papel, y cuando la figura aterrizó Minho se dio cuenta de que había pasado poco más de un mes desde que lo habían raptado.

Normalmente, si alguien le hubiese dicho que su destino estaba enlazado con el mismísimo hijo de las tinieblas él hubiese reprendido aquello y se hubiese arrodillado para orar.

Así, si alguien más también le hubiera dicho que él aceptaría esa unión, inmediatamente se hubiese hecho un auto-exorcismo, a él y a la persona que le dijera esa tontería, claro.

Pero en esos momentos no se podía auto-exorcisar o echarse a orar, porque a decir verdad ya no tenía aquella fe flameante.

Las cosas habían cambiado de sobre manera, él había cambiado.

Su pensar, es decir, y sus sentimientos.

Porque en algún momento dejó de temer y llorar por las noches, para acostarse con una pequeña sonrisa, esperando el mañana con ansias.

Justo como lo había hecho la noche anterior.

Estaba nervioso, sentía estragos en su pansita, las tan famosas mariposas revoloteaban dentro de él y sus mejillas se encendían. Tenía el corazón latiéndole a mil por hora.

Ahora estaba sentado en, lo que llamaba ahora, su cama. Estaba siendo arreglado por una monja con la que había compartido un par de charlas en la última semana. Miyeon le aplicaba a golpecitos suaves un poquito de rubor en sus mejillas, para hacerlas más rosaditas.

Anteriormente había aplicado también un poco de sombras en sus párpados, y le había peinado el cabello haciendo resaltar su cabello en pequeños rulos que le daban uno airesito más pequeño, y tierno.

Sus manos jugaban entre sí mientras reposaban en su regazo. Unos finos pantalones blancos se cerraban en sus caderas, en la parte superior solo tenía una camisa blanca delgada.

Miyeon terminó de colocar el rubor y pasó a ponerle un poco de bálsamo labial, hizo ver sus labios más rellenitos, rosados y con un brillo que hacía delirar.

"Ya estás listo, Minho" avisó la mayor. Tomó la mano del castaño y lo levantó para que se pudiera observar en el espejo de la habitación.

Minho clavó su vista en su figura. Lo admitía, se veía muy bonito, Miyeon se había lucido con su trabajo y él esperaba que se viera lo suficientemente bien para Christopher.

Era un Sábado, cerca de las 3:00p.m. El cielo estaba en un bonito tono de azul, las nubes blancas decoraban el vacío del cielo. Había cierto brillo en las cosas, parecía que toda la ciudad estaba alegre ese día.

Minho iba a contraer matrimonio dentro de unos minutos, con Christopher.

Y no podía esperar a estar junto a él, para poder estar juntos finalmente, en todos los sentidos.

La emoción crecía cuando pensaba que pronto sería su esposo. Pronto todo volvería a cambiar y en vez de tener miedo por las consecuencias él las esperaba gustoso.

Miyeon le colocó el saco del traje. Tomó un pequeño ramillete de flores pequeñas y las colocó en su bolsillo, en el costado izquierdo del pecho. Le dio una gran sonrisa para apreciar al castañito.

"¡Te ves precioso, eres muy hermoso!" exclamó ella.

"¿De verdad me veo bien?" susurró, temeroso.

"Claro que sí, no te preocupes. Christopher sabe apreciar el arte"

Minho sintió sus mejillas enrojecer, intentó cubrirse el rostro con las manos pero antes de hacerlo la fémina chilló con que arruinaría el maquillaje. Así que solo se vió una vez más en el espejo y sonrió, estaba listo.

𝗯𝗼𝗿𝗻 𝗳𝗼𝗿 𝗲𝘃𝗶𝗹 › chanho ᜵  banghoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora