── 🌙⋆ ࣪ O5: sempiterno ֶָ֢֪

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Minho había llorado las últimas tres noches.

Sus lamentos podían escucharse a través de la puerta de su habitación, también una que otra queja.

Somi se encargaba de llevarle el desayuno, la comida y por ende la cena. El castaño se rehusaba a comer en el comedor con Christopher, no después de todo lo que le había soltado.

Aún no se lo creía, le atemorizaba estar con personas que parecían servir fielmente al mismo demonio, era espantoso.

Se encargaba de hacer una oración al despertar y antes de dormir, pedía por su vida, pedía perdón por si había hecho algo mal o por si su fé había caído. También pidió perdón por las almas de la aparente mansión dónde ahora estaba.

Incluso antes de comer hacia la oración por los mismos alimentos, pidiendo que estos no estuvieran contaminados y que no fuesen mortales para su vida.

Minho se negaba a salir de la habitación, se mantenía encerrado todo el día.

Somi intentaba hablar un poco con él, pero el menor le daba respuestas tajantes que la mujer solo podía guardar silencio.

Ahora ni siquiera le dirigía mirada alguna.

Christopher tampoco se había aparecido por ahí, había ido a su habitación dos veces y Minho le rechazó las dos veces, negándose a siquiera verle en pintura.

Los pensamientos del menor estaban estancados. Ciertamente era tratado bien, no le hacía falta ni ropa ni comida, contaba con una buena cama para él solito y no se le obligaba a hacer nada, ni siquiera le castigaban o le pegaban como tanto temía.

Claro estaba que Minho había sido criado así, había vivido en una familia cristiana y por más buena que fuera tenían pensamientos que rechazaban cualquier contacto mundano o que no fuera devoto a Dios.

Su padre le decía que las almas que caían en la tentación sufrirían eternamente, sin alcanzar la paz o el descanso eterno.

Al pequeño Minho le contaban demasiadas cosas.

Cómo que las almas que iban al infierno eran azotadas y tiradas a ríos y lagos de fuego, que tenían una condena que cumplir y que ahí, morían lentamente por segunda vez.

Las personas que iban ahí eran malas, que habían caído en la drogadicción, que habían prostituido sus cuerpos, que habían cometido adulterio o que habían mentido.

Ahí iban los no creyentes.

Y para un pequeñín al que le enseñaron tales cosas era horroso. Teniendo que refugiarse en los brazos de su madre, orando hasta caer dormido.

No era culpa de Minho.

Y a Christopher le costaría llegar hasta el castaño, calar dentro de él y hacerle ver que todo estaría bien, que en realidad todo era parte de un plan mayor.

Que desde pequeño había anhelado sus caricias, que había soñado con él y preguntado hasta cuándo le podría conocer.

Y que ahora que le conocía se quería enterrar en él, en sus delgados brazos e inhalar el perfume de su cuello.

Minho escuchó la puerta de la habitación ser abierta, no volteó a ver pues sabía que era Somi llevándole la comida de la tarde.

Los rayos cálidos del sol entraban por el gran ventanal, el cielo anaranjado se podía ver siendo cubierto por las nubes rosadas.
A menudo pasaban algunos pajarillos cerca de la ventana, el pitar de los automóviles apenas y era percibido tras el ventanal.

La ciudad se movía con rapidez, aunque Minho se preguntaba si en realidad era la ciudad o las personas que se movían.

Por la mañana se había dado un baño, con agua templada. En el baño había un shampoo que olía demasiado bien, el olor de manzana en el cabello le gustaba, mientras los olores a canela del jabón se asentaban en su piel.

𝗯𝗼𝗿𝗻 𝗳𝗼𝗿 𝗲𝘃𝗶𝗹 › chanho ᜵  banghoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora