Cada día abro esta puerta y una bocanada de aire caliente me hace recordar que estoy robando unos minutos de tu tiempo. Quienes me escuchan criticar a las personas de rutinas, les impresionará verme religiosamente aquí a las 4pm, siempre puntual, pero no es así. Este es el momento del día en que tomó de regreso algo de tu excesivo abuso, para apreciar el hermoso paisaje. Me sigue pareciendo ilógico, que aun me sienta deshonesto y ansioso al sentarme aquí cada tarde.
Respiro profundo y puedo oler la brisa salada, mezclada con un toque de smoke auto, ¨mmmh¨ la delicia de la vida citadina, digna de complementarse con mi Malboro Rojo. Hay tanta paz aquí: brisa fresca, algunas veces húmeda y pesada, dependiendo del clima; aves volando y desplegando con sus alas una bofetada de la libertad que carezco; risas de niños; y nada de pitos de autos, la altura ayuda a evitar el sonido de los impacientes. En fin, una vista digna de contemplar.
El día a día me deja exhausto, siempre hay humos que apagar, eso me llena de un exceso de adrenalina, que me contamina diariamente el cuerpo y por eso siento que nunca vamos acabar. Siempre solo, aun estando rodeado de gente, de edificios, de máquinas, de pendientes. Por eso cuando me siento aquí, a ver las nubes, recuerdo que este mundo es muy variante y cómo ellas, la gente se deja llevar, va cambiando según la presión del ambiente. Cuanta dejadez conglomerada entre metales, tapada con excesos, en su lujuria, atrapados en la fantasía del consumismo que lucho por no dejarme tentar.
Sus rutinas superficiales me agotan y aunque vengo aquí para olvidar, por momentos invaden mis pensamientos y lo arruinan todo. Hacen que me irrite las risas de los niños, que no tengo dinero, ni tiempo para criar; me hacen envidiar las aves que se ven tan libres cómo aquella muchacha tomando el sol en su balcón, aparentemente sin trabajos que completar; me recuerdan que toda la riqueza que me rodea nunca será mía y miro para arriba intentando olvidar, pero me atrapa un cielo azul profundo que se me viene encima, rápidamente bajo la mirada y veo el pavimento, carros de lujo uno tras de otro sin parar, ya no sé ni en qué pensar.
Pero sigo aquí, con el cigarro a la mitad, robándote unos minutos más y sintiéndome deshumanizado, porque aun rodeado de belleza y paz, no puedo dejar de pensar que debo regresar. Un destello del sol me quema haciéndome ver mi reflejo en el vidrio, pero ese hombre elegante de ahí, no lo reconozco, no parece alguien indispensable cómo me creo yo. Los largos y blancos pasillos de luz tenue que hay dentro, me son más familiares que aquel reflejo. Si no fuera por las gotas de sudor que veo y siento caer de mi rostro, no sabría que ese soy yo.
Aún pegajoso por la nicotina, el calor y el exceso de cremora en mi quemado café, me rehuso a volver, debo aceptar que me es gratificante saber que esta vista espectacular está siendo patrocinada por ti, aun cuando tu no sabes quién soy yo. ¿Vale la pena todo esto?, ¿será que puedo tener tu atención? creo que mejor termino mi cigarro, lo tiro al lejano pavimento y junto a él tomo un descanso eterno.
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Sucio y miedo
Non-FictionEste escrito es el relato de un personaje anónimo en su mundo corporativo. La autora describe el malestar que siente este hombre hacia su ambiente de trabajo tóxico. El narrador se siente desmotivado, estresado y disociado. Además, la autora describ...