Hace unos años, conocí a Soide, en aquel entonces pensaba que el mundo estaba lleno de personas simples. Recuerdo lo primero que le pregunté, luego del intercambio clásico de nombres: ¿y a ti qué es lo que más te gusta hacer? Su respuesta, sin que me lo esperara, describió tanto de su personalidad que sentí que estaba leyendo el estructurado índice de una tesis. Soide es muy disciplinada, está clara de lo que es y lo que quiere que los demás perciban de ella. Es como un recopilado de libros clásicos, mezclado con la sección de psicología y gastronomía de tu biblioteca favorita.
Cuando Soide habla logras ver que ella es como un enorme árbol que da sombra fresca a todos los que la rodean, ella es quién protege de las lluvias o el fuerte sol de mediodía a los que reposan bajo su tronco. Si escarbas en lo profundo de su húmeda tierra, te encuentras con las más profundas y enredadas raíces maternas que la hicieron fuerte cómo un roble; fructífera, cómo un frondoso árbol de limón, pero llena de obligaciones sintiendo que debe dar sin recibir, y aunque sus raíces la mantienen anclada a la tierra, sabe que hace mucho no le aportan nutrientes, están vacías e inservibles y por eso no son indispensables.
Extrañamente, ese mismo árbol que tiene mucho para dar, carece de ramas fuertes, desde muy pequeña le faltó esa otra parte de un árbol familiar, esa que debe ayudar a sostener el nido. Esas pocas ramas frágiles que tuvo, no resistieron, ella se balanceaba poco a poco mientras crecía y un día sin previo aviso se cayó, le tocó volar muy joven para salvarse, no disfrutó lo hermoso de ser un pichón. Increíblemente, regresó a reposar en su tronco, cuidando de sí misma, siendo su propio apoyo y el de los demás. Siempre que veo a Soide me pregunto ¿cómo puede dar tanta paz y sombra algo que creció en carencia y soledad? Su manera de afrontar la vida sin importar las cicatrices de su tronco,me han hecho amarla cómo nunca antes amé a otra.
Algunos me han preguntado ¿cómo es esa hermosa deidad? Debo confesar que aun conociéndola bien ahora, me cuesta definirlar con palabras, por eso prefiero expresarlo a través de un hermoso recuerdo que diferencia a Soide de las demás: ver el amor brotar de su profunda mirada, mientras me contaba cuánto amaba a una pequeña niña que me mostró en una fotografía. En esos minutos comencé a entender que ella es el tipo de persona cuyo corazón no conoce límites, formas, ni construcciones sociales, por eso siempre mide su amor en el reflejo de la felicidad de sus seres queridos. Soide es una obra de arte, cómo la más deliciosa receta de una abuela que siempre está hecha a la perfección:
Fácil de hacer para quién la aprendió a su lado
Difícil para quien solo llegó a golosear
Amarga si se te pasa en sal y el limón
Divertida cómo un trago dulce con mucho mezcal
Tacaña cuando queda poquito para preparar
Pero honesta cómo un jugo natural, sin filtros ni conservantes, 100% real.
Soide es amiga de pocos, hija de una, tía de sangre y corazón, es mi novia, mi perdición.
Unos meses después de conocerla, encontré a Quieroide, estábamos de viaje Soide y yo cuando en un pestañar vi salir de sus ojos un brillo soñador que jamás había visto, en ese instante no lo comprendí, pero al pasar los días noté que no era la misma persona y cómo si fuera una artista con papel y lápiz en mano, comencé a dibujar mentalmente a esta nueva mujer que estaba a mi lado.
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Sivunad
RomanceNovela fantástica-romántica que nos cuenta sobre la lucha interna que tienen 5 deidades por llevar el liderazgo de Sivunad, el ente que conforman. La autora nos cuenta a detalle sobre cada una de ellas, sumergiéndote en la profundidad de pensamiento...