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El golpeteo persistente en la puerta de la casa de Taehyung se coló en su sueño profundo, arrancándolo de la tranquilidad de la tarde. El sonido repetido de los nudillos golpeando la madera era como un martillo golpeando su cerebro. ¿Cuánto tiempo llevaba sonando? No lo sabía, pero en ese momento, solo podía pensar en lo molesto que se estaba volviendo.

Con un gruñido de frustración, Taehyung se dio la vuelta en su cama, tapándose la cabeza con la almohada, pero el ruido no cedió. Nadie parecía dispuesto a atenderlo, y eso solo incrementaba su malestar. Finalmente, se levantó, empujando las sábanas de encima con un suspiro resignado. Se puso las pantuflas sin muchas ganas y comenzó a bajar las escaleras con pasos pesados.

—¡Ya voy! — gritó, más para desahogar su frustración que para responder al llamado.

Al abrir la puerta, Taehyung se encontró de frente con el hombre que había estado rondando sus pensamientos, el que le había robado más noches de sueño de las que estaría dispuesto a admitir. Jungkook no llevaba la habitual chaqueta de cuero, sino una sudadera gris y unos pantalones deportivos negros. Su mirada estaba cargada de una intensidad que Taehyung no podía ignorar.

—¿Qué quieres ahora? — preguntó con tono cortante, cruzando los brazos en una pose defensiva.

—Mis sudaderas — respondió Jungkook con voz ronca, sin apartar la vista de los ojos castaños de Taehyung.

—Te las devolví todas el día que terminamos — replicó Taehyung.

—No es cierto — insistió Jungkook, avanzando un paso hacia Taehyung. — Me falta una.

Intentó entrar en la casa, pero Taehyung lo detuvo colocando sus manos sobre los hombros ajenos.—¿Para qué querría tu sudadera? — preguntó Taehyung.

—Para dormir con mi olor — susurró Jungkook, sus palabras apenas audibles. — Y para que te arrepientas de haberme terminado.

Taehyung frunció el ceño, confundido por la declaración de Jungkook.

—¿Qué? Pero si tú fuiste quien me terminó — replicó, con un tono de voz que oscilaba entre la indignación y la incredulidad.

—Si quieres podemos volver.

—¿Qué?

—Que si ya me vas a devolver mis sudaderas — repitió Jungkook.

—¡Que no tengo nada! —exclamó Taehyung, elevando la voz con frustración.

—¡Pero no me grites!

Kim, con los ojos entornados y una sonrisa burlona asomándose por sus labios, intentó cerrar la puerta de un golpe. Pero Jungkook, con agilidad metió su pie justo a tiempo, impidiendo que su plan maligno de deshacerse del pelinegro se llevara a cabo.

—¿Y ahora qué? — preguntó Taehyung con fingida molestia.

— Ya es tarde — respondió Jungkook con voz dramática.

—¿Y qué con eso? — replicó Taehyung, arqueando una ceja con incredulidad.

Jungkook lo miró con esos ojitos de cachorro triste que sacaban de quicio hasta al más duro de corazón.

—Que alguien podría querer abusar de mi cuerpecito indefenso en la oscuridad de la noche — susurró con un puchero que Taehyung juraría era fingido.

—Así que me quedaré aquí y ya mañana me voy... ¿Qué dices, TaeTae?

Taehyung lo fulminó con la mirada.

—Son las dos de la tarde, Jungkook.

El pelinegro ladeó la cabeza como si no entendiera.

—La delincuencia ha aumentado, ¿no lo sabías? Pareces ignorante.

¿Otra vez tu? |KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora