Comida

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Lumine se encontraba en la cocina preparando el desayuno cuando Xiao entró por la puerta.

—Buenos días, Xiao —lo saludó ella.

Soltó los utensilios de cocina para acercarse a él y dejar un pequeño beso en sus labios. Él le dio los buenos días y le preguntó si necesitaba ayuda.

—Ayúdame a hacer la comida para hoy, que luego voy a salir.

Cocinar juntos se había convertido en un hábito. Xiao sabía manejarse bien, pero anteriormente lo había considerado un proceso tedioso y prefería no molestarse. Gracias a Lumine, él le estaba tomando el gusto poco a poco, pues disfrutaba de poder colaborar junto a ella y hacerla feliz al mismo tiempo.

Ella le enseñaba a preparar nuevos platos de todas las partes del mundo, y si bien no todas las recetas eran de su agrado, apreciaba que ella las compartiese con él.

Bajo sus instrucciones, Xiao cortó y mezcló los ingredientes necesarios. Tras terminar de cocinar, fueron a desayunar juntos. Se sentaron en la mesa y tomaron tofu de almendras, té y unos dulces típicos de Mondstadt. Xiao nunca se cansaría de probar una y otra vez de la comida que Lumine le ofrecía, se sintió reconfortado por la textura familiar y el delicioso sabor.

Ella le contó que ese día tendría que ocuparse de unos encargos, y regresaría a casa por la tarde. Xiao debía marcharse también. Mientras estuviese en el mundo adéptico de Lumine, no podía vigilar Liyue.

Estar con ella en su casa y compartiendo momentos cotidianos se sentía como un sueño irreal. No había peligro ni muerte, sólo la calidez y el amor de ella. No estaba seguro de si sería capaz de acostumbrarse.

Al terminar de desayunar, recogieron los platos y fueron a prepararse para el día.

—Prométeme que tendrás cuidado hoy —dijo él—. Si te encuentras en cualquier situación complicada, no te contengas y di mi nombre. Sin importar dónde te encuentres, llegaré enseguida para ayudarte.

—Lo prometo. Ten cuidado tú también, ¿de acuerdo? —respondió Lumine, rodeándole el cuello con sus brazos.

Xiao asintió. Cerró los ojos e inclinó la cabeza para posar sus labios sobre los de ella mientras la abrazaba. Podrían haberse pasado todo el día con sus intercambios afectuosos, pero no podían olvidar sus responsabilidades. Se despidieron y emprendieron rumbo a sus diferentes destinos, impacientes de que llegara el momento en el que volviesen a reencontrarse.

Al día siguiente Lumine despertó más tarde de lo habitual. El día anterior había tenido que encargarse de unos asuntos que implicaban desplazarse entre tres regiones distintas y al regresar a casa cayó rendida en la cama. Al mirar el reloj, que marcaban las doce, se lamentó de haber perdido toda la mañana. Si se daba prisa, aún podría completar sus comisiones diarias para tener la tarde libre.

Se dirigió al comedor y se llevó una sorpresa al ver que una cantidad abundante de platos típicos de Liyue cubrían la mesa. Al notar que ella se había despertado, Xiao salió de la cocina con más platos en las manos.

—Buenos días, Lumine. ¿Has dormido bien? —dijo él, y se acercó para darle un beso en la mejilla.

—Estaba tan cansada que dormí de un tirón —Lumine miró el banquete frente a ella—. ¿Puedo comer?

—Sí, come lo que quieras. Lo he hecho para ti.

Se sentaron enfrente del otro en la mesa y ella empezó a comer. Xiao había mejorado mucho últimamente con la cocina, todos los platos le resultaban deliciosos. A diferencia de ella, él no comía, y Lumine podía sentir la mirada expectante de él con cada bocado, quien estaba atento a sus expresiones.

—Gracias, sabe todo muy bien —dijo ella.

Pensó que podría acostumbrarse a levantarse así cada día.

—¿Cuál te gusta más? —preguntó Xiao.

Lo cierto es que a Lumine le gustaba todo lo que él le había preparado, pero intentó decantarse por algunos platos. Él la escuchaba con curiosidad, intentando aprender sus preferencias culinarias.

Una vez que Lumine estuvo saciada, Xiao se encargó de recogerlo todo. Había sobrado mucha cantidad y la guardaron para los siguientes días.

—¿Por qué decidiste preparar tanta comida? —preguntó Lumine después de que ambos se levantaran de la mesa.

—Cuando estaba a solas, una idea cruzó mi mente. Desde que nos conocemos, has estado haciendo cosas por mí, así que estuve pensando qué podía hacer yo también por ti.

Xiao sabía que Lumine lo hacía todo de forma desinteresada, nunca había conocido a una persona tan bondadosa como la viajera, y antes de que ella pudiese contestar que ya era feliz sólo con estar con él, continuó hablando.

—Se me ocurrió que si cocinaba para ti, podría ofrecerte el mismo sentimiento que tú me das con tu comida. No estaba seguro de cual te gustaría más, así que hice varios diferentes.

Ella sonrió y se lanzó a sus brazos con alegría, diciéndole cuánto lo quería. Xiao pensó que el esfuerzo había merecido la pena sólo por poder verla así.

—¿Estarías dispuesto a volver a hacerlo más veces?

—Siempre que tú quieras —respondió Xiao, y la estrechó más contra él.

Lumine permaneció abrazada a él por un largo tiempo, apreciando cada segundo junto a él. No importaba las adversidades a las que tuviesen que enfrentarse en el futuro, al final estarían juntos y harían lo posible por lograr la felicidad del otro.

Más allá del mar de linternas | XiaolumiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora