Capitulo 14: Sin Excusas

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"Hazme polvo.

En la cama. En el suelo, De espaldas

Agachada. Sobre la mesa. Contra la pared

Aquí. Allí.

Así.

Hazme polvo

y luego,

sopla."

- Elvira Sastre.


Ese día completo. En compañía del Sol que a veces se escondía tras las nubes quizá por las obscenidades las cuales hacían esos dos chicos. Edgar y Manuel se quisieron, mostrando y sintiendo el amor que no sentían hace un año, entre medio de toda esa exposición de amor, dormían y poco comían porque tenían hambre de algo mucho mas poderoso. Tenían hambre del cuerpo de ambos.

Edgar había dejado cualquier inseguridad, rabia o tristeza atrás. Todo por solo sentir el sabor vainilla de Manuel, de su cálida piel rica al tacto y es que cuando lo tocaba mientras tenia los ojos cerrados, veía luces de todos colores. Sabia que no le convenía guardar los malos sentimientos y prefería recuperar tiempo perdido con Manuel, recuperar todos esos besos no dados, esos toques bruscos perdidos, como también esas sesiones de amor que lo dejaban mas exhausto que nunca en su vida pero satisfecho y en paz con si mismo.

Pero Manuel por su parte, el lo sentía diferente, obviamente olvidaba todo cuando hacían el amor, cuando lo sentía dentro de el o cuando le daba un pequeño beso en una de sus clavículas o mordida en el hombro, obviamente olvidaba todo cuando lo besaba; pero en los cortos intervalos que habían en donde Edgar dormía, el no podía ni cerrar un ojo, su mente lo acechaba con pensamientos que no le gustaban para nada, pensamientos que le decían; 'Mañana vas a tener pega acumulada', 'Después no te vas a concentrar en el trabajo', 'Y si no te concentras te despiden y la plata no llega Manuel' Le costaba a el mismo darse cuenta que las cosas que Edgar le reprochaba eran verdad, que había cambiado y ahora su mentalidad era otra. Que no era le chico de Universidad lleno de ganas de solo follar y divertirse, ser jugeton. No era el mismo y nunca supo que iba ser tan difícil chocar con esa realidad, con la realidad del cambio sin aviso previo.

¡Pero esto no era lo que le habían enseñado! Manuel se contradecía. Le habían enseñado que incluso con trabajo o sin, si el amor era verdaderamente amor, iba a funcionar. Lo vio en sus padres como nunca dejaron que los malos tiempos acabaran con tan lindo matrimonio, y que con el Edgar no funcionara le daba mas que pena, porque entonces esa peligrosa atracción que comenzó en clases fue culpa de el, el llevo al Edgar a esto, el llevo al Edgar a enamorarse, encapricharse con el y Manuel se odiaba en esos instantes por eso. Por jugar con alguien de manera inconsciente.

A la mañana siguiente, con los rayos del Sol chocando contra su demacrada y exhausta cara, se levanto. Vio al ruliento descansando con una sonrisa tan linda y sencilla, jamas quería que se borrara o que el se borrara de su vida. Le quería, pero simplemente el querer no era suficiente en su caso. Comenzó a buscar su ropa para vestirse de a poco, le dolía el cuerpo, el alma con cada prenda que sumaba en su cuerpo. Nunca había querido verse así mismo como el malo de la película, sin embargo, lo hizo y no sabia si para mejor o para peor. Si mejor para detener que esto creciera y se propagara como un cáncer maligno o peor porque quizá se estaba equivocando y solo pasaba que estaba desconfiando de su alrededor.

Con tanto movimiento y sonido alrededor, Edgar comenzó a despertarse, a reconocer los alrededores, vio que estaba en la cama de Manuel, solo cubierto por una sabana la cual estaba totalmente arrugada, una sonrisa atravesó su descansado rostro y con ese mismo rostro y mirada busco al culpable de su estado, estaba ordenando unas cosas en una mochila ¿Que hacia? Para hacer notar su presencia, el ruliento se sentó, Manuel al instante fijo su mirada en el y ambos se encontraron, uno roto mientras que el otro, completo.

DESCONTINUADA Tu, otra vez. - Jainico, JaimexNico-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora