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Vamos, sólo toca la puerta. Sólo toca la puerta. Sólo es Tom, que una noche de sexo no cambie nada. O por lo menos no mucho.

¿Cuántas posibilidades hay de que Tom no me quiera explicar? No muchas, supongo.

Bien.

Alcé mi brazo para así tocar la puerta de la casa, esperando por alguna respuesta. ¿Cómo se supone que deba actuar ahora? Me parece imposible que actúe normal, es decir como siempre, porque bueno, tuvimos sexo, eso no es normal. Tal vez deba actuar neutral, o enojado... ¿Enojado neutral? Un punto medio, sí. Le reclamaré y lo odiaré por el momento, después esperaré a que las cosas se calmen por el momento. Aunque no estoy seguro de que forma las cosas podrían calmarse, la friendzone nunca fue lo mío. A duras penas conseguía citas… con chicas, claro. Los hombres en la vida me habían pasado por la mente. Hasta... hasta que pasó, lo que pasó. Eso sí.

Dejé mis pensamientos cuando la puerta se abrió y Tom apareció frente a mí. ¿Por qué hasta ahora noto lo atractivo que es?... ah sí, soy gay desde aquella noche, ya lo recordé.

–Hola, Tord… –Tom se volvió. dejándome pasar, para cerrar la puerta detrás de mí. Miré a mi alrededor, buscando a su hermana, o alguna señal de su mamá, o cualquier persona, pero al parecer no había nadie.

–¿Estás solo?... –Inquirí cauteloso. Tom alzó una ceja con una sonrisa.

–Si... –Contestó, casi en un tono interrogativo. Bien, es el momento.

–¡Eres un puto enfermo!, ¿Por qué dejaste que hiciéramos, eso que... no hacen los amigos, imbécil... eres, somos... tú… –Debí haber ordenado mejor mis ideas antes de abrir la boca. Oh, es que las cosas suenan tan bien cuando las pienso en mi cabeza, y al momento de decirlas, todo es tan mierda.

Tom alzó sus manos en señal de que me detuviera.

–Tú también pudiste detenerlo... y no lo hiciste. –Se defendió.

–¡Era de noche, pensé que eras un ladrón, no tenía saldo, tú debías morir primero, gemías "Tord", llegaste al cuarto y me atacaste! ¡No sabía cómo!... –Tom entrecerró sus ojos y se cruzó de brazos con una sonrisa. Pareciera que la situación lo divertía.

–¿Qué tal?... me refería a otro Tord, no a ti Larsson...

¿Qué?

¿Otro Tord?¿El teñido de azul, enano, feo, con problemas de pronunciación? ¡Soy mejor que eso! Sí, a veces me trabo igual, y digo estupideces, pero, vamos...

–Estás de broma, era yo, ¿no? ¿Cómo otro Tord? ¡Joder, soy mejor!

Río Tom.

–¿Por qué te importa si me lo estás reclamando?

–¿Porque… –Suspiré. Reconociendo que discutir el "A cuál Tord se refería mientras se masturbaba" era algo estúpido y que me dejaría como un celoso. No estoy celoso, sólo soy mejor.

Fácilmente es a mí a quien se refería. No al otro teñido... Por favor, ¿qué hombre se tiñe de azul? Yo no, soy más natural. Era yo. Obvio.

–Déjalo, el punto es que... estuvo mal, Tom.

–En realidad estuvo muy bien…

–Sí, pero... ¡No!, no estuvo bien, y no me dices nada de tu enfermedad o eso que tienes... y, además, ¿ahora qué?... ¿seguiremos igual?... como amigos de toda la vida, o como extraños amantes en las noches como hombres lobo o algo así?... –Tom me miró confundido.

–¿Hombres lobo?...

–Si, ya sabes. De día unos y de noche otros, es metafórico.

–Sería más como vampiros...

–¡Claro que no!... por eso soy yo el más listo de nuestra relación.

–Bien, entonces seré el hombre lobo y tú serás mi pequeño corderito...

¡Eso es probablemente lo más estúpidamente sexy que me hayan dicho! Sólo podía haber salido de la boca de Tom. Aunque no tiene mucho sentido... Yo como "corderito" sería como los "cerditos" en la historia de los tres cerditos, y el lobo vendría de caperucita roja... He creado un nuevo cuento, no infantil, más bien erótico que trascenderá a la historia de la literatura. ¿Por qué pienso en semejante idiotez?...

–Corderito tu culo…

–Suena claramente estúpido. No te pondré algún apodo para dominarte mientras tengamos sexo. "Tord" está bien… –Dijo. Fruncí el ceño. ¿Mientras tengamos sexo?...

–¿El otro Tord está bien?... —Mascullé sin mirarlo. Tom soltó una enorme carcajada.

–¿Mi corderito está celoso?

–Sí esperas que te diga lobo, estás estúpido. –Dije. Tom sonrió con triunfo, aparentemente satisfecho.

–No te preocupes, puedes decirme Tom...

–Bien, Tom. Ahora necesito aclarar las cosas.

–¿Qué tienes que aclarar Tord?... ¿De verdad eres el tipo de chico que después de tener sexo no puede estar igual que antes de que pasara? Vamos, Tord, tampoco es como si te fueras a embarazar o nos fuéramos a casar. –¡Es que así lo siento! Pero claro que para él es así de sencillo.

Típicas palabras de un desorganizado amante que vive aterrado al compromiso, y encuentra placentero vivir rodeado del buen cumplimiento de sus deseos; como en las novelas mexicanas, esas que duran miles de capítulos tratando el mismo tema acerca de si Julio César embarazo a la hermana de su esposa Carlagreta o algo así.

–¡Sí, en realidad es casi así! Y debí suponer que tú lo tomarías tan a la ligera... eres tan imbécil...

–¡Tord! Espera, ni siquiera, nos hemos comprometido, y ya estás haciendo drama… –¿Comprometernos? ¿De qué habla? Por lo menos tiene un poco de razón, estoy haciendo algo de drama. Espera mejor a que te deje plantado en el altar… ¡Qué idiota!

–No me esperaría a eso contigo, no sabes cuán insoportable eres algunas veces, Rigdewell...

–Bueno, hace una noche me soportaste, me absorbiste, me apretaste, me rodeaste, me empapaste, también...

–¡Cállate! –Le di un golpe en su brazo, logrando que comenzara a reir. Bufé exasperado, y con la pena reflejada en mi rostro. Bien, está casi bien que hayamos hecho lo que hicimos, pero que me lo diga puede que resulte siempre un poco vergonzoso, e innecesario. Tallé mis ojos con mis manos, sin saber qué hacer exactamente. Sólo buscando algo de tiempo, o alguna idea para saber qué decir o algo. Lo que sea.

–Tord… –Tom murmuró después de un rato. No contesté. Sólo seguí cubriendo mis ojos con mi mano. Quizá es cierto todo lo que dice y yo sólo debo bajarle un poco el peso a todo, probablemente estoy siendo exagerado, tal vez sólo deba llevar las cosas con más calma... y menos drama… Pero, bueno... Ahora soy gay, quiero ser dramático. –Escucha, Tord...lo siento. –Prosiguió. –Entiendo muy bien que tú no puedas quitarle importancia a las cosas, eso es algo que me gusta de ti, pero, sólo por ésta vez… te pido que lo hagas. –Tom se acercó hacia mí y quitó mis manos de mi cara para que lo mirara a los ojos. –Ignora por primera vez las consecuencias que puedan surgir, y hagamos de ésto algo interesante para los dos...

¿Algo interesante?... vaya interés el que hay en todo ésto. Pero... bueno, me gusta la idea.

Quizá podamos jugar al lobo y el corderito una vez más…

Parasomnia [TomTord]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora