Yeonhee

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Estaba nervioso, y ni siquiera puedo mencionar como inició todo, simplemente pasó.

Estaba sentado en la cama del hotel y tenía en frente a mi hermana Yeonhee, su sonrisa pícara y mirada coqueta me cautivaban de una manera impresionante, nunca imaginé que su cumpleaños número 22 lo celebraríamos de esa manera.
Yeonhee se acercó más, comenzó a quitar su chaqueta de color blanco quedando solamente con su vestido negro corto, mi corazón estaba acelerado, no resisti la tentación y comencé a tocarle las piernas, sus medias veladas oscuras las hacian más provocativas, mis manos las recorrían de arriba hacia abajo, Yeonhee me observaba y mordía un poco sus labios, sabía que le gustaba ese contacto, subi un poco más y levemente subí su vestido, una de mis manos se introdujo y toqué sus muslos, era indescriptible como se sentía su piel bajo las medias finas que llevaba, no resistí y me acerqué a besarlas, las olfatee las besé y las mordí levemente. Yeonhee suspiraba, solo acariciaba su cabello y por momentos cerraba sus ojos sintiendo mi contacto. Me incliné a sus pies, sus tacones negros la hacian lucir más preciosa de lo que era, besé sus tobillos y por un momento quería quitar la correa de uno de sus tacones pero... habla algo más que quería hacer, subí lentamente por sus rodillas, besaba sus piernas nuevamente, subía poco a poco y sentí como ella tenía sus respiración un poco alecerada, alcancé a observar por pequeños segundos lo que llevaba mi hermana bajo ese vestido corto, podía describir una pequeña tanga de encaje de color negra, y en ese momento me pregunté cuando fue el momento que dejó de ser aquella chica mimada y consentida para convertirse en toda una mujer, realmente mi hermana Yeonhee era un mujeron, era toda una hembra que necesitaba ser amada.

Me incorporé para su sorpresa, la abracé de la cintura, gire y caímos juntos en la cama, yo estaba encima de ella y Yeonhee reía por tal acto, estábamos tan cerca, sus ojos eran preciosos, con una de mis manos acaricié sus mejillas las recorría con mis dedos hasta el contorno de sus labios, Yeonhee me miraba fijamente, se que estábamos mal pero no podíamos evitar aquella locura, no lo pensé más, me rendí a la tentación, me acerqué y la besé, sus labios eran exquisitos, dulces suaves, los disfruté como nunca, sentí entonces como Yeonhee rodeaba mi cuello con sus brazos, ella profundizó el beso y sentí sensaciones indescriptibles, era la primera mujer que me hacía sentir esas emociones, la mujer que jamás pensé y que la había tenido tan cerca. Sabía que Yeonhee en su adolescencia sentía algunas cosas por mi ya que era su hermano mayor, su modelo a seguir. Una ocasión recuerdo que me robó un beso cerca de mis labios pero pensé que solo era una etapa pero... esa etapa seguía intacta, está noche cuando nos reencontramos para celebrar su cumpleaños jamás me imaginé verla tan hermosa y se que en el fondo y tal vez como un juego, mi hermana utilizó su belleza como arma para seducirme, primero fue solo un juego de coquetería pero me deje llevar y ahora estábamos en una habitación de hotel para disfrutar del amor que quería brindarme.
Nos besábamos con locura, yo ya no podía hacer nada, estaba loco por ella, luego de terminar de disfrutar sus labios me dispuse a besar su cuello, no podía describir esa sensación de placer al hundir mi rostro en esa parte me transportó a miles de sensaciones de locura, su piel tan suave, su exquisito aroma y su calidez  me embriagaban de dulce placer, besé y mordí levemente su cuello, como un vampiro sediento, sediento de pasión. Mientras besaba su cuello una de mis manos subía por su vestido tocando y acariciando sus piernas, Yeonhee gimió y eso aumentó mi erección, la apegué más hacía mi, quería sentirla más , Yeonhee era mia, solo mía y ese fue el momento en el que me considere un gran egoísta, Yeonhee era para mí. Fue así como entre caricias y besos apasionados poco a poco comenzamos a quitar nuestras prendas, nuestros abrazos se intensificaban estábamos casi desnudos bajo las sábanas, besándonos sin parar, mis brazos la rodearon nuevamente y mientras acariciaba su suave espalda, llegué hasta el broche de su sostén, hábilmente comencé a quitarlo logrando así liberar aquellos preciosos manjares que eran sus senos. Eran rosados, se veían suaves y no pude esperar más para meterlos a mi boca, Yeonhee gemía mientras lamía, mordía y besaba sus senos, aquellos manjares tan deliciosos eran únicos, mi mujer era única, y si desde ese momento Yeonhee era mi mujer, poco después su ropa interior la última prenda que quedaba la quite delicadamente, estábamos por fin totalmente desnudos, toqué sus piernas, sus glúteos y poco a poco me introduje entre sus piernas, mi miembro comenzaba a
darse paso entre su feminidad, comencé a entrar, su vagina se sentia tan estrecha, tan calida, tan suave y jugosa que comencé a jadear ante tan delicioso placer.

La noche transcurria, gemidos y jadeos inundaban la habitación mientras probamos innumerables posiciones para disfrutar del arte de amar. Besé su espalda, sus piernas, probé su sabor, mi lengua había recorrido toda sus exquisiteces, y como acto final estábamos moviéndonos intensamente disfrutando como nuestros sexos se acoplaban, los gemidos aumentaban y mis embestidas se hacían más profundas, queria prolongar más aquel momento pero el éxtasis fue mas fuerte cuando comencé a inundarla con grandes cantidades de espeso semen.

Luego de algunas horas estábamos abrazados desnudos durmiendo, mi hermana Yeonhee estaba dormida entre mis brazos, acariciaba su cabello castaño y luego su mejilla, era tan hermosa y era solamente mía

Ese día no pude evitar la verdad y debía reconocer que me enamoré de ella esa noche, mientras descansaba entre mis brazos decidí que quería una vida con ella, una vida muy lejos en donde comencemos desde cero como una pareja que se ama intensamente, una pareja amorosa y apasionada.






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