Prólogo

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Kian

Apoyé mi lápiz sobre mi pupitre y comencé a hacerlo rodar de un lado a otro, siendo detenido por mis manos. El salón se encontraba repleto de jóvenes con el mismo sueño que yo: entrar a la universidad.

El tick tock del reloj se escuchaba potente en mis oídos y las voces de los chicos a mí alrededor se convertían en murmullos a medida que mi mente me enviaba al pasado.

"―Ya no quiero verte nunca más―dijo Dylan, apretando los puños entre las sábanas de la camilla de hospital. Sus ojos me daban a demostrar cuán rota se encontraba dentro. ―No quiero ser una carga para ti.

―Tú nunca serás una carga―le dije. Traté de acercarme pero ella sacudió la cabeza, haciendo que mi cuerpo se detuviera. ―No puedes pedirme que me aleje de ti. Yo te amo. Juntos podemos afrontar cada obstáculo que nos ponga la vida.

―Tú no entiendes―susurró la castaña, mirándome con los ojos acuosos, ―tu no entiendes nada.

―¿Y cómo quieres que entienda? ―le pregunté agitado. La sola idea de no tenerla a mi lado, me desesperaba por completo. ―Quieres alejarme de ti. ¡Y ni siquiera me das una razón! ―Alcé la voz, tirando de mi cabello. ―¿Acaso no recuerdas la promesa que me hiciste hacer? ¡Tú misma me pediste que no te dejara ir! ―le dije. ―Y así lo haré. No me separaré de ti. Donde quiera que vayas, siempre te encontraré.

―No puedes obligarme a estar a tu lado―espetó Dylan, cruzándose de brazos cual niña pequeña. ―Si yo no quiero estar contigo, tendrás que respetar mi decisión. Te guste o no, tendrás que hacerlo.

―¿Por qué? ―me acerqué a ella, aunque no quisiera. ―¿Ya no me quieres? ―ella rodó los ojos. Sabía que mi inseguridad acerca de sus sentimientos la cabreaba, pero era inevitable no preguntar. He cometido tantos errores en mi vida, que me da miedo perder su amor.

―No es eso―susurró, ―pero ya te dije...

―¡Pero si no me has dicho nada! ―alce mis brazos, demostrando que la frustración que sentía en ese momento. ―Ni siquiera sé por qué quieres alejarme de ti.

―¡Porque no quiero que una maldita minusválida arruine tu vida! ―Dylan gritó, soltando el llanto que había estado oprimiendo su corazón. ―Solo seré una maldita piedra en el camino, Kian... Pero te estoy dando la posibilidad de que te alejes de mí, antes. No quiero que...

―¿Qué dijiste? ―la interrumpí.

―¿Qué soy minusválida? ―ella rió sin humor. ―Pues déjame decirte Kian, que no te has imaginado nada. La bala que disparó Sam en mi cuerpo atravesó mi columna.

Cerré la boca, la cual se me había abierto de la impresión. Solté una risita incrédula, sin poder creer lo que sus labios habían dicho. La miré a los ojos, buscando algún indicio de burla. Quizá ella me estaba jugando una maldita broma..., pero su ojos reflejaban real dolor, la pena y rabia que en eso momentos sentía.

―Dylan, yo...―solté un suspiro sin saber qué decir. La comisura de mis ojos picaba pero debía mantenerme fuerte por ella. ―Lo sient...

―No necesito tu lástima―gruñó Dylan. ―No necesito que estés a mi lado por pena."

El timbre que anunciaba el inicio de las pruebas de selección universitaria resonó en todo el instituto, sacándome de mis pensamientos. Miré a mis lados, viendo como los chicos se acomodaban en sus asientos. El relajo que habían estado sintiendo hace unos momentos se había ido al carajo cuando un hombre de más o menos cuarenta años ingresó al salón, cargando en sus manos las pruebas que definirían nuestro futuro. Me hice tronar los huesos de los dedos de mis manos y moví mi perna con nerviosismo. Ansiedad pura recorría mis venas.

―Bien, chicos―comenzó el hombre, sentándose en la esquina de su escritorio. El salón estaba en completo silencio, y cuarenta pares de ojos estaban sobre el hombre canoso frente a nosotros. ―Necesito solo un lápiz número tres y goma de borrar sobre sus pupitres―anunció. ―Las reglas son simples. Cada prueba tiene 120 preguntas, en las cuales todos ustedes deberán poner en práctica todo lo que han aprendido a lo largo de su tiempo de estudios. A la persona que sorprenda copiando, hablando o simplemente mirando hacia el lado, le quitaré la prueba―amenazó el hombre, ―y tendrá que volver a intentarlo el año siguiente. Tendrán una hora y treinta minutos para responder todo lo que puedan. Cualquier respuesta que no sepan, es recomendable la dejen en blanco. Los evaluadores se darán cuanta su ustedes saben o no. Después de este examen, tendrán un receso de media hora, para después realizar las pruebas de castellano e historia y geografía. Los que han elegido la rama de biología, deberán dirigirse al edificio del frente―dijo, ―pero los que no, tendrán que quedarse en los pasillos, porque esta misma aula será la que tendrán que ocupar.

Tragué el nudo que se formó en mi garganta. Estaba jodidamente nervioso. Mierda, como detesto estos putos exámenes. ¿A quién jodidos se le habría ocurrido la brillante idea de crear esta mierda de exámenes de selección? Maldito gilipollas.

El hombre dejo los exámenes sobre cada pupitre. Cuando llegó al mío, miré la primera hoja donde sólo se pedía la información personal de cada uno. Un examen de cuatro hojas con 120 preguntas. Válgame dios. Un puto examen que definirá mi futuro. Y el de Dylan.

―Recuerden―volvió a hablar, después de entregar todas las pruebas, ―que este examen decidirá su futuro. Si lo hacen bien, podrían ingresar a la universidad. Traten de sacar el mayor puntaje posible, porque o si no, no podrán estudiar lo que quieren. Pero si no lo logran―el viejo soltó una sonrisa de medio lado―el próximo año deberán volver a intentarlo. Sin nada más que decir, les deseo buena suerte. Tienen una hora y media.

"Es ahora o nunca. Todo esto es por ella. Hazlo por Dylan, Kian."

again; kian lawley (libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora