Capítulo 17. "Aniversario."

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Kian.

En cuanto salí de la casa de mi chica, comencé a golpearme la cabeza con mi propia mano. ¿Cómo era posible que me hubiera olvidado de nuestro aniversario? ¡Hoy cumplíamos cuatro años siendo novios y yo lo olvidé! ¿En qué clase de bestia me he convertido? Oh dios. Y ni siquiera sé que hacer. Le dije que tenía una sorpresa preparada para ella, pero ¡no tengo ni una mierda! Y cuando quise decirle que había mentido, me arrepentí. No quería que esa linda sonrisa desapareciera de su rostro. Amaba tanto esa sonrisa que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por conservarla en su rostro.

Pero ahora estaba metido en un tremendo lío. ¿Qué hacer?

Caminé a grandes zancadas hasta mi motocicleta y sin nada de tiempo que perder, me monté en ella y arranqué. Bien, tengo solo cuatro horas para planear toda una sorpresa para la chica de ojos color castaños.

El viento chocaba en mi rostro a medida que aumentaba la velocidad. Mi desordenado cabello cosquilleaba en mis ojos.

¡Ya sé cómo hacerlo!

Me detuve en el primer signo "pare" que encontré y rebusqué el móvil en el bolsillo de mi ajustado jean. Marqué el discado rápido, y me mordí el labio inferior, esperando impaciente que ella contestara.

—¿Clarisse? —solté un suspiro de alivio cuando ella contestó.

—Así es. ¿Kian? ¿Eres tú, cariño? —ella preguntó.

—Sí, soy yo—aclaré mi garganta —. Necesito un pastel, Clarisse.

—Esa es mi especialidad—ella soltó una risita— ¿Para cuándo lo quieres?

—Para hoy —demandé—. Lo necesito para dos horas más. ¿Crees que podrás hacerlo?

—Claro que sí, cielo. ¿Necesitas un diseño en especial? —ella cuestionó con dulzura.

—Quiero que me sorprendas, pero lo único que puedo decirte, es que este pastel será para Dylan, así que necesito que sea especial. Te lo pagaré cuando lo vaya a retirar.

—De eso no te preocupes—ella dijo y apuesto a que una sonrisa adornaba su pálido rostro. Oh, dios esta mujer es mi salvación —, ya lo arreglaremos en algún momento. Y ahora, me iré a preparar ese pastel que tanto quieres. Espero poderlo terminar eso sí.

—Confío en ti, Clarisse. Sé que tú eres capaz de hacerlo.

Corté la llamada y creo que un poco de aquel peso que tenía sobre mi espalda había desaparecido. Perfecto, ya tenía el veinte por ciento de la sorpresa que quería para Dylan, solo me faltaba un ochenta ahora.

(...)

Tironeé de mi cabello con frustración. Había pasado una hora desde que llamé a Clarisse y aún no tenía nada preparado. El pánico de a poco se iba apoderando de mi cuerpo y el miedo a defraudar a mi chica me consumía de a poco.

Solté un suspiro y traté de tranquilizarme. Me senté en el sofá de mi casa y comencé a golpear la suela de mi zapato contra el piso. Bien, Dylan me había obligado a ver muchas películas de amor junto a ella..., algo bueno tengo que sacar de todas esas mierdas ¿no?

—¡Mierda ya sé! —grité. Me levanté de golpe y mi cabeza se golpeó con la lámpara que mamá había colgado la semana anterior —Maldición, le dije a mamá que esta estúpida lámpara terminaría matándome.

Tomé el teléfono inalámbrico y llamé a aquel restaurant de comida italiana que a Dylan tanto le gustaba. Solo quedaban dos horas para que la fuera a buscar, pero dios en dos horas puedo hacer maravillas.

(...)

Acomodé la venda sobre los ojos de Dylan y ella soltó una risita. Sus tibias manos se posaron sobre mis helados dedos y los acarició a medida que yo anudaba el pedazo de tela sobre sus ojos.

—¿Por qué no puedo mirar? —ella susurró. Le di un pequeño beso en el lóbulo de su oreja y ella rió —Ay, me haces cosquillas.

—Lo siento, amor—canturreé—. Ahora, dame tu mano y sígueme. Solo tienes que confiar en mí, yo te guiaré hasta tu sorpresa ¿vale?

—Vale—susurró Dylan. Casi podía saborear la ansiedad en sus labios.

Le di un corto beso y comencé a caminar por el estrecho camino de piedrecillas de mi casa. El camino era bastante corto, así que en menos de dos minutos, ya estábamos dentro de la casa. Cerré la puerta detrás de mí y Dylan olfateó.

—Huele a canela—adivinó ella—y a velas aromáticas.... También huele a...

—Silencio—la callé—. Si sigues parloteando, adivinarás la sorpresa antes de verla. Y eso, no sería justo.

Dylan asintió como una niña obediente. Se mordió el labio superior y comencé a caminar junto a ella. Cuando llegamos al inicio del pasillo que conectaba la entrada con la sala de estar, me posicioné tras su cuerpo y comencé a desatar el nudo de la venda.

—¿Estás lista? —le pregunté, antes de sacar la venda de sus ojos.

—Siempre estoy lista cuando se trata de ti—ella dijo y yo me derretí. Ella es perfecta.

Saqué la venda de sus ojos y di un paso al lado para ver su reacción. Dylan parpadeó un par de veces, aclarando su vista. Sus ojos marrones barrieron a través de la sala y su exquisita boca se abrió un poco. Su mirada llegó al suelo y siguió el pequeño camino de pétalos de rosa azul que había creado. Caminó con cuidado, tratando de no pisar los pétalos hasta la mesa que estaba en el centro, donde anteriormente habían estado los sofás. Me miró fugazmente y luego centró la mirada en la mesita para dos. Una pequeña mesa circular se encontraba frente a ella, decorada detalladamente con platos y copas a juego. Las velas aromáticas desprendían un olor exquisito que se combinaba a la perfección con el perfume de Dylan. Las velas que estaban dispersas por toda la habitación, creaban una luz tenue y las sombras bailaban en las paredes.

Dylan caminó alrededor de la mesa, mirando cada detalle. Acarició el gran globo de helio con forma de corazón que estaba amarrado en una de las sillas y me miró con una gran sonrisa en el rostro. Escondí las manos en los bolsillos de mis pantalones ajustados y balanceé un poco mi cuerpo de atrás hacia adelante. Me sentía completamente nervioso. Quería saber su reacción.

—Espero que te guste—murmuré, mirando mis botas de cuero un poco desgastadas. Esto era lo mejor que había podido hacer en un tiempo de tres horas.

Mi cuerpo se estremeció cuando sentí las pequeñas manos de mi novia tomar mi rostro. Conectó nuestras miradas y me besó los labios con delicadeza. Solo unos segundos duró el beso, pero solo eso me bastó para saber que le había gustado.

—Es perfecto—confesó ella—. El mejor cuarto aniversario de todos.

Quité sus manos de mi rostro y entrelacé nuestros dedos, dejando caer nuestros brazos a ambos lados de nuestros cuerpos. Mi corazón latía con fuerza, mientras que mis ojos se perdían en el brillo de los suyos. Ella estaba feliz. Y podía darme cuenta por esa sonrisa encantadora que adornaba su rostro.

—¿Quieres pasar a comer? —le pregunté, acariciando su nariz con la mía. Ella cerró los ojos y soltó un suspiro.

—Por supuesto.

Juntos caminamos hasta la mesa. Arrastré la silla, ofreciéndole asiento. Ella me sonríe en agradecimiento y cuando se sienta, arrastro la silla un poco hacia adelante. Me inclino brevemente para besar su frente y musitarle un corto "Vuelvo en un segundo".

Mis pies se dirigen apresurados hasta la cocina. Cuando la puerta de aquella habitación se cierra, puedo soltar todo el aire que estaba conteniendo en mis pulmones. Los nervios abandonan mi cuerpo y el duendecillo baila dentro de mi cabeza.

Muchas cosas pueden pasar en un lapso de tres horas musita la voz en mi cabeza.

Asiento dándole la razón y cojo los platos ya servidos que descansan sobre la isla en la cocina y me dirijo nuevamente hasta la sala para pasar una velada junto a la chica que amo.

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si encuentran algún error, no duden en avisarme, bye!xx

again; kian lawley (libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora