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"La sesión"

Laurence

-Nuestro próximo proyecto será realizar una sesión de fotos...-hubo un pequeño silencio, luego se escucharon aplausos y gritos de felicidad- Con las alumnos y alumnas de Danzas Escenicas.

-¿¡Qué!?- preguntó uno de mis compañeros-¿¡Por qué?!

-Porque son las más preparados para esta tarea. Además, mi colega, la señora Whast, que es su maestra de Dramatización; cree que es bueno que muestren sus expresiones en cámara. Así que también es su proyecto.

No lo arruinen, nos veremos mañana en la de fotografía a primera hora, para la sesión-dijo él profesor con una sonrisa para luego marcharse del aula.

Menuda clase. A los profesores no les gusta que sus alumnos tengan vida ¿verdad?

Pues, para eso vas a la universidad ¿no?

Muy graciosa querida conciencia...

Enfócate Laurence.

Volví a mi habitación en la residencia, más frustrado de lo que quería.

Era bastante pequeña, un living reducido y una cocina acogedora, separados de una barra desayunadora.

Las cortinas eran de un color café con leche y un sillón a juego, con una mesita blanca.

Mi madre cada vez que venía a la residencia, se empeñaba en decirme que tenía la mente de un anciano de 100 años. Y en mi defensa, podría decir que en la casa donde crecí, los muebles eran de colores similares; no es mi culpa implementarlo.

Acéptalo pequeño capullo, eres un viejo amargado.

Vale, lo admito. Tal vez era demasiado independiente y pensaba como un adulto, desde chico. Había aprendido a valerme por mi mismo desde los 16. Amaba la libertad, pero a veces me arrepiento de ser tan libre. Me hubiese gustado sentirme protegido, que no era el caso ni con una de las personas que más quería. Era una relación extraña, porque aunque la quisiera mucho, no la quería de la misma forma que ella la mi. Era una relación porque si, como si no quisiera estar solo. Tampoco he terminado esta relación, porque me daba pena que si le terminaba, se arruinara nuestra amistad de tantos años. En fin...

Entonces abrí la alacena esperando que apareciera comida de la nada. Me sentí aún más frustrado.

En ese momento sonó el glorioso timbre. Di una corrida hasta la puerta y la abrí.

-Hola holaaaaaa! ¿Cómo anda mi amigo preferido?

No me entusiasma demasiado tener visitas, pero cuando vi que traía una bolsa que parecía traer bandejas, comencé a dar saltos de felicidad.

-Bendito seas Eliott ¿Te he dicho cuánto te quiero?

-Espera Laurie ¿Tú no dirás todos estos cumplidos tan halagadores solo por lo que traje, no?- inquirió con el ceño fruncido y una pequeña sonrisa socarrona.

-Pues claro que no mi amigo del alma ¿Cómo podría hacer algo así?- Respondí con la sonrisa más inocente que podía.

 Girl CrushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora