Mi obsesión

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Mi obsesión. No es una, ni son dos, ni tres.
Son infinitas, cada una más peculiar que la anterior.
Pero la única obsesión que siento como verdadera es esa que no puedo ni tocar, ni sentir, ni disfrutar.

Solo ver, oler y oír. Ni siquiera escuchar,
solo oír desde la distancia. Y es una persona.
Persona hacia la cual no siento nada amoroso, ni esos clichés de libro románticon.

No. Lo mío es una obsesión. La cual debe parar antes de que me haga daño.
Un daño del cual me salvaré, pero sigue siendo un daño.

Intento alejarla, arrancarla de mi corazón, pero sus ecos rebotan y se dispersan en mi cabeza, como un eco en una montaña silenciosa.
Es como si estuviera atrapada en un laberinto sin salida, y sola, sin nadie que me comprenda.

¿Cómo puedo liberarme de esta cárcel a la que llamo "obsesión"?

¿Cómo puedo romper las cadenas que me atan a ese pensamiento persistente?

¿Quizás aprender a vivir con ella? Como si fuéramos una misma, como si fuera parte de mí.

Pero aun así, en las noches más oscuras, su imagen seguirá persistente, como un fantasma que me acecha en la soledad.

Mi obsesión, mi maldición, mi eterna compañera, a la que no puedo amar, pero tampoco olvidar.

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