Dejaré que el agua caiga, caliente, vaporosa, sobre mi piel, limpiando no sólo mi cuerpo, si no, mi alma. Es todo lo que me queda. Creer que todos mis pecados se van por las tuberías.
Anhelo sentirme limpia otra vez, sin pesares, sin miedos, sin culpas.
Entiendo que no lo entiendas amor mío, tu alma es la más pura que haya existido alguna vez, entiendo que desees cambiarme, entiendo que intentes acoger mi pesar y convertirlo en Cariño, pero no creo que sea posible, estoy tan fría como un cuerpo sin vida. No puedo ser arreglada, estoy destruida y últimamente no me importaba ocultarlo. Antes, dormir me reconfortaba, pero hoy sólo veo destellos de lo que fue y por lo que fue. Entiendo amor mío que te hayas cansado, entiendo que ya no tengas miedo de dejarme ir, entiendo que has entendido qué es lo que necesito. No más falsas suposiciones, no más maquillaje, estoy desnuda frente al creador, sintiéndome una niña otra vez, egoístamente esperando que vengas a por mi una vez más. Pero se que aquella fue la última, estoy segura de que el infierno será mejor que está infinita sed de ser, será mejor que está gran duda existencial. Perdóname amor mío, pero no puedo permitirme consumir tu alma cuando allá acabado con la mía.
Ya nisiquiera me acusaran de cobarde, dirán que fui hermosa, buena y honesta, dirán que fuimos la mejor canción de amor jamás escrita. Supongo que divago, pero mi cóctel aún no surte efecto, y aprovecho estos renglones para recordarte que no fue culpa nuestra, fue culpa de la simple casualidad, que en nuestros besos encontráramos hogar y que, yo nunca pudiese haber encajado en otro sitio más que en tus brazos.
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Sucede que no se me ocurre ningún nombre.
Sucede que no quiero nada obvio.
Disculpen HORRORES de ortografía.
