O3.

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—¿Una habitación? —La recepcionista les sonrió a la vez que preguntaba para estar segura de lo que había escuchado estaba bien.

Luzu, ignorando las pequeñas e inaudibles quejas del príncipe, asintió con una sonrisa tranquila mientras apretaba más el hombro del menor, quién se encontraba cubierto con una gigantesca capa, evitando que los demás pudieran identificar al pato.

Habían logrado entrar al pueblo evitando a los guardias, pero lo complicado fue ver que no solamente habían en la entrada, si no que se encontraban por todo el lugar. Alcanzaron a esconderse en un pequeño callejón, en dónde Luzu le dijo que esperara mientras buscaba algo que pudiera cubrir a ambos, cosa que así fue. Cuándo el castaño regresó, traía consigo dos capas grandes que servirían un poco.

Quackity no se sentía cómodo estando ahí, podía lograr escuchar pequeños murmullos a sus espaldas a la vez, que algunas miradas se clavaban en su espina dorsal como puñales. Pero lo que más le preocupaba, era que tendría que compartir habitación con el mayor. Sí, en vez de tener cuidado en que la gente lo reconociera, le preocupaba más la idea de tener que estar durmiendo en un mismo cuarto con aquella persona que alteraba sus sentidos.

Ni en momentos así, Quackity podía tomarse en serio las cosas.

—Gracias —Luzu sonrió al recibir la llave del cuarto y comenzó a empujar de los hombros al pelinegro.

—¿No crees que sería mejor si pidieras dos habitaciones? —las mejillas del pato tenían un leve rubor al no poder quitarse la idea de dormir en la misma cama que el mayor.

—No voy a arriesgarme a despilfarrar el dinero que con suerte tenemos, hay que hacerlo durar. Además, es más peligroso dejarte solo en una habitación, no podría protegerte correctamente si estamos en cuartos separados.

Quackity soltó un bufido, si tanto se preocupaba por él ¿por qué no notaba los nervios que se aferraban a sus talones? Que Luzu estuviera actuando sin enterarse de nada, le molestaba un poco, y eso que pensaba que él era bastante evidente, pero aún así, el castaño no reaccionaba.

Se detuvieron frente a una de las puertas de las habitaciones del fondo, ya que mientras más lejos estuvieran de la gente, menos posibilidades habrá de ser descubiertos. O es lo que Luzu pensaba, por qué para Quackity las hormonas comenzaban a acometer sus pensamientos. Al abrir la puerta, el pelinegro obviamente no se esperaba una gran habitación de lujo, pero se sorprendió al ver lo espacioso que era.

—Nos quedaremos aquí poco tiempo, solo lo necesario para que tu cuerpo descanse y conseguir provisiones para el viaje.

Quackity entró a la habitación para examinar el cuarto. No era tan grande como las habitaciones del castillos, pero era bastante gigantesco a lo que se aparentaba. Había un sofá gigante en medio de la habitación, con una mesa pequeña frente a el; una cama matrimonial al otro extremo y unas pequeñas ventanas, pero de un tamaño suficiente para que un cuerpo pudiera salir por ahí y en una esquina, había otra puerta que deducía que podría ser un pequeño baño.

—Solo hay una cama —murmuró a la vez que sus mejillas tomaban un rojo más notorio.

—Me gustaría que te quedaras aquí hasta que pueda recolectar todo, sería arriesgado que me acompañaras con toda la cantidad de guardias que hay.

—¿Y qué hay de tí? ¿Ellos no lograrán reconocerte? ¡También es arriesgado que vayas tú! —el pelinegro se giró a ver al mayor quién comenzaba a quitarse la capa que lo cubría. Le molestaba que Luzu quisiera hacer todo por su cuenta, le preocupaba que algo le llegara a suceder al mayor.

—Lo sé, es por eso que iré solo. Así solo atrapan a uno, y ese no serías tú —Luzu se giró al ver a Quackity quién solo hizo un mohín mientras miraba hacia otro lado—. Maj- Quackity, se que no quieres quedarte encerrado en esta habitación, pero tampoco me voy a arriesgar a perderte.

Recuperando la corona | Luckity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora