O6.

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Quería irse, no aguantaba estar más tiempo en aquella fiesta. Desde que dieron el anuncio de su coronación, las miradas y murmullos no han soltado su presencia desde entonces, se sentía incómodo. Muchos de los ancianos se acercaban a felicitarlo, pero sabía que no eran más que simples palabras vacías y para nada sinceras. E incluso, algunos de esos mismos ancianos les presentaban a sus nietas, con claramente intenciones de que él se fijaría en una de ellas.

Los sirvientes sólo podían notar como la incomodidad crecía en su majestad, pero por más que quisieran ayudarlo, no podrían hacerlo. Tan solo les quedaba darles ánimo internamente y sentir pena por aquellas mujeres que se vistieron tan elegantemente para impresionar, pues su príncipe ya estaba interesado en una persona.

De baile en baile había estado, sus pies llegaban a doler un poco y su espalda le cansaba al tener tanto tiempo sus alas a la vista. Quería esconderlas por un leve momento, pero cuándo lo intentó solo recibió una severa mirada de su padre. Odiaba esto, solo quería escaparse a algún otro lugar, es verdad que a él le gustaba recibir atención, pero para todo había un límite.

Ahora mismo se encontraba en aquél trono que le seguiría perteneciendo por un corto tiempo más, mientras que de una manera "disimulada" buscaba entre los guardias dentro a alguien especial, pero ni siquiera un mechón de cabello lograba encontrar. Sentía que la noche iba de peor a peor, necesitaba encontrar una excusa para lograr escapar.

—Muchas gracias —una joven se escuchó a lo lejos.

—Por favor, intente no vagar sola por el castillo —las alas de Quackity se movieron levemente por la emoción, reconocía esa voz tan bien cómo la palma de su mano—. Podría perderse nuevamente.

La joven tan solo soltó una leve risa— Entonces ¿Podría darme usted un recorrido?

La curiosidad le ganó al no recibir respuesta, y al ver a su padre tan ensimismado hablando con los ancianos del congreso. Aprovechó para dirigir su mirada en dirección dónde las voces fueron escuchadas, y su corazón dió un salto al encontrarse con esa mirada rubí que tanto amaba. La joven ya no estaba, Luzu se encontraba solo observando con una sonrisa para dar una leve reverencia y volver a desaparecer entre la gente.

Quería seguirle, y lo pensaba hacer si no fuera por su padre que se volvió a acercar está vez con otro anciano de la corte, quién se había acercado para disculparse por la tardanza y felicitarle por su futura coronación. No le importaba, ni siquiera escuchó lo demás, su atención estaba en seguir al castaño que salió por la gran puerta.

—Te veo ansioso ¿sucede algo? —la firme y gruesa voz de su padre hizo que saliera de buscada.

—No, no sucede nada —respondió sin interés al apoyar su rostro en la palma de su mano.

No le creyó, sabía que algo sucedió con su hijo y ese guardia tenía algo que ver. Lo había visto alejarse entre la gente, y estaba seguro que el azabache lo había visto. A veces se preguntaba si había hecho bien en haber tomado esa decisión, pero ¿que iba a saber él, que su heredero crecería y se fijaría de otra manera en aquél castaño?

El enamoramiento que tenía Quackity por su guardia, no era secreto para nadie en el castillo, todos sabían, pero nadie se atrevía a decir algo y el rey se dedicaba simplemente a observar cómo terminaría todo eso, esperando el momento exacto en el que tuviera que intervenir.

Una vez que la velada llegó a su fin, el príncipe huyó a penas su padre desapareció de su campo de vista. Quería encontrarlo y hablar con él, quería verlo, lo había extrañado y ese pequeño encuentro en aquél salón no le fue suficiente. Había estado acompañando de la desesperación, esperando tener otra oportunidad de verlo, pero por desgracia no fue así. Tampoco pudo encontrar una oportunidad para escaparse.

Recuperando la corona | Luckity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora