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Las dos chicas estaban despidiéndose en el balcón, prometiéndose volverse a ver la noche siguiente, Kuroki bajó y salió del castillo fácilmente, no tenía la mejor protección que digamos, cuándo llegó su madre la esperaba en su habitación.

–Hija, te demoraste algo más de lo usual, ¿Algo interesante?.–

–No ma, solo visitaba a alguien. –Dijo kuroki dejando su bolso en la cama.

–¿Alguna hermosura? –Dijo la Alfa mirando a su hija.

–N-no, sólo es una amiga, como sea, voy a dormir, ¿Puedes salir? –

–Está bien, está bien, ya me voy, buenas noches hija–

Su progenitora salió de la habitación, kuroki se recostó en su cama, pensando en lo que le había dicho, nunca se había enamorado, así que no sabía que era estar tan embobada por alguién, así que sólo pensaba que Jazzy le caía bien, pero ahora no estaba tan segura.


La omega estaba segura que le gustaba esa alfa, ésa noche se sintió con ganas de más, quería que la chica se quedara, pero sabía que éso sería imposible, sólo quería dormir y no pensar en nada, pero algo se lo impediría....

Unas horas después, Jazmín se había dormido, pero alguien estaba acechando su habitación, una chica de casta desconocida y de pelo negro estaba cargando a la delicada omega fuera del castillo. 

En un río lejano a ése castillo la chica despertó a la omega, la omega obviamente se asustó y empezó a gritar, la chica le rogó que porfavor hiciera silencio. La omega recordó lo que le dijo la zorro, así se calmó, pero se mantuvo alerta de cualquier movimiento extraño por parte de la beta; la beta le confesó que es la mejor amiga de kuroki, que sólo quería ver a quien visitaba la alfa todas las noches, pero quiso aprovechar y llevarla a su aldea, la omega tuvo que aceptar ya que igualmente no sabía cómo volver a su hogar. Pronto llegaron a un pequeño pueblo, las antorchas encendidas por el camino de arenas y de fondo el mar cerca de la aldea le daban un aire mágico a la humilde población de los zorros, la beta llevó a la omega a la casa de la alfa, entraron por la ventana y vieron a la alfa acostada y dormida, con la luz de la luna iluminando su rostro. Ahí, la omega se dió cuenta de las hermosas pecas que salpicaban el cuerpo de la joven alfa, se la quedó mirando por unos cuantos segundos sin pensar en nada más, y la omega pensó que fueron los 30 segundos más pacíficos de su vida, la beta sólo la miraba confundida.

–¿Te vas acostar con ella o qué?–

–¿¡Eh!?–Chilló la omega en señal de respuesta.

La omega se acostó con cuidado cerca de la alfa, pero cuándo se dió cuenta que la beta había desaparecido, se acomodó mejor, en la cara de la alfa se esbozaba una ligera sonrisa, la omega sólo sonrió con ternura, antes de cerrar los ojos y quedarse dormida.




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⏰ Última actualización: Jun 14, 2023 ⏰

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Las pecas del alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora