La marea estaba alta, las estrellas tintineaban desde el cielo y era media noche cuando Seungkwan sintió la brisa tras él.
Exhaló lento la esencia que de pronto parecía rodearlo, se combinaba lentamente con la sal del mar y terminaba pegada en lo profundo de su piel, arraigándose a su ser.
—No deberías estar aquí.
De todos los ángeles que conocía Mingyu era el peor. Alas negras y elegantes, una figura alta y estilizada y, por supuesto, un perfil digno de alguien cercano a un dios.
—Ciertamente tú tampoco —retó Seungkwan.
No lo envidiaba, pero en realidad su presencia le resultaba levemente insultante. No podía odiarlo porque Seungkwan era un ángel, y era imposible que criaturas celestiales pudiera retener sentimientos tan negativos dentro de sí.
—Te seguí.
—¿Para delatarme?
Sintió de nuevo la brisa y supo que Mingyu había recogido sus alas; un segundo después lo tenía a su costado, sentado sobre la arena al igual que él.
—Para acompañarte.
Seungkwan rodó los ojos porque sabía Mingyu mentía, siempre mentía; sus alas negras delataban cada uno de sus impuros actos, de sus siniestros delitos.
—¿Por qué no lo has desterrado? —le preguntó alguna vez a Jeonghan, el ángel más cercano a dios—. Él no debería estar aquí, solamente estás atrasando lo inevitable.
—Porque él es el favorito.
—¿El favorito de quién?
Por supuesto que Jeonghan no le había respondido a una pregunta tan absurda. Quizá Mingyu era el favorito solo por su belleza, o por su voz, o incluso podía serlo solo por su nombre.
A Seungkwan no lo terminaba de convencer.
Mingyu debería ser un ángel caído, desterrado entre humanos y condenado a una vida eterna de miseria; sus alas debían ser la única prueba para su condena.
—No necesito compañía, mucho menos la tuya.
Sintió su corazón latir dentro de su pecho cuando una de las olas apenas y acarició las puntas de sus pies sobre la arena. Seungkwan había sido un humano antes que un ángel, algo difícil de lograr porque los humanos eran crueles por naturaleza, y un ser cruel no puede ser cercano a dios. Pero Seungkwan había sido un buen humano, caritativo y cautivante, tan especial que había muerto y renacido como un ser de luz imperial: un ángel de alas blancas recompensado con un corazón que aún latía y que podía permitirse el lujo de visitar la tierra de vez en cuando.
Olvidó al otro ángel por un segundo. Se permitió reír cuando la espuma del mar le hizo sutiles cosquillas en la piel y las plumas de sus alas se mojaron un poco.
Dejo de reír cuando sintió la mano de Mingyu tocando una de sus alas, acariciando su plumaje con delicadeza. Seungkwan sintió un escalofrío, supuso que era por el rechazo que sentía hacia el otro ángel. Recogió su ala con brusquedad. No deseaba mancharse de las cenizas que parecían perseguir a Mingyu.
—Lo lamento, no pude evitarlo —se disculpó Mingyu.
—No lo hagas de nuevo —pidió—. Si tanto anhelas alas blancas debiste haber conservado las tuyas propias.
Mingyu no le respondió de inmediato. Seungkwan aprovechó el silencio para cerrar su ojos, perdiéndose en el sonido de las olas colisionando entre ellas, las risas de los humanos que podía oír incluso a kilómetros, y el corazón palpitante dentro de su pecho.
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fallen star / gyuboo
Fanfiction"hard not to fall for you, i gave you all my heart further apart, the closer that we are" -fallen star, the neighborhood ⚘ Seungkwan había sido un humano antes que un ángel. Mingyu, en cambio, siempre había sido un ángel, un ángel que pronto caería...