─Oye, Tom.
Edd estaba parado en la entrada de la habitación de Tom, recargado en el marco de la puerta, todavía con algo de duda de cuestionar al menor.
Tom se removió en su cama, sentándose en la esquina de ésta.─¿Qué sucede, Edd? no estoy de humor para hablar─ dijo, tomando un trago de su botella de vodka. Realmente no había sido un buen día para el cabello de piña, pero bueno, casi ningún día se sentía bien para él.
Edd respiró hondo antes de entrar por completo al cuarto, dirigiendo su andar hacia la cama de Tom, sentadonse en esta al lado de el menor. ─Bueno, ya sabes, quería preguntarte algo─ se rasco detrás del cuello, nervioso.
─¿Ajá?─ el desinterés en la voz de Tom casi hace que Edd se rinda.
casi.
─Bien, iré directo al grano─ El castaño tomó valentía y dejó salir su duda. ─Quería saber porque odias la navidad.
El castaño claro levantó una ceja y frunció el ceño, esa pregunta lo había tomado por sorpresa.
Los nervios y la incomodidad atacaron a Edd tan rápido como Tom lo miró con duda, ahora estaba seguro de que preguntar eso definitivamente no fue una buena idea.─Está bien si no quieres responder, solo tenía curiosidad─ le dijo a Tom, con tal de no quedar como un idiota.
Tom sacó otra botella de vodka de la bolsa de su hoodie y le dio un trago. ─Nah, no importa, creo que debería sacar esto de mi pecho de todos modos─ rió sin gracia, no tenía ganas de hablar sobre eso, pero no podía negarle nada a Edd.
Edd festejó en su mente y se acomodó en la cama, mirando atentamente a Tom, esperando que comenzara a contarle. Tom imitó la acción de Edd, dejó su botella de alcohol en la mesita de noche y tomó a Susan, poniéndola en sus piernas mientras fingia que la tocaba. ─Bueno, mis padres eran... uh... religiosos, ya sabes, testigos de Jehová─ Tom levantó los hombros y apretó el mango de Susan, estaba bastante incómodo a decir verdad, no le gustaba hablar sobre su infancia.
Edd parpadeo, una, dos, tres veces, esperando que Tom continuara hablando. Fue hasta el quinto parpadeo que se dio cuenta que el menor ya no iba a seguir contando nada. Algo enojado, el amante de la cola decidió romper el silencio que se estaba formando. ─¿Y?, ¿eso es todo?, ¿no vas a seguir?─ le preguntó.
Tom, desconcertado, dejó a Susan a un lado y se dedicó a responderle. ─Ah, sí. Creo que esa es información suficiente para que sepas porque no me agrada la navidad.
─No lo es─ le afirmó el de verde.
─Sí, lo es.
Edd se cruzó de brazos. ─No, no lo es. ¿Qué tiene que ver que odies navidad con la religión de tus padres?
Con ese comentario, Tom se dio cuenta de que Edd no sabía nada acerca de los Testigos de Jehová. Lo que lo hizo estar aún más incómodo, ahora tenía que explicar más de lo que pensó.
Tom, con una notable mueca de incomodidad, miró con enojo a su amigo. ─De hecho, sí, la religión de mis padres tiene mucho que ver con mi odio a la navidad─ el enojo en su voz era notable, pero a Edd no le importó en lo más mínimo.
─¿Ah, sí? ¿Por qué?─ le preguntó a el menor, se estaba irritado un poco.
El alcohólico dio un suspiro, esta charla iba a durar un tiempo. ─Edd... los Testigos de Jehová no celebran navidad. Ni ningún día festivo, en realidad. Dicen que es una blasfemia porque Jehová realmente no nació ese día o algo así, no recuerdo bien─ volvió a tomar el vodka y le dio un trago grande. ─Tampoco celebro mi cumpleaños, nunca lo hice, por la misma razón...