Prólogo

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—¡Déjame en paz! —dijo rodeándome para salir de nuestra habitación.

—Por favor, Jake. Déjame al menos explicarte —no quería que las cosas terminaran así—. No es lo que crees.

—¡¿Qué no lo es?! —sus ojos me miraban con tanta rabia—. ¡¿Que solo me usaste para una estupida venganza?!

—Sabes que no es verdad. Lo qué siento por ti es...

—¡¿Real?! —gritó—. ¡No te creo! Eres una mentirosa y de las peores, ¿Sabes por qué? ¡Porque tus mentiras suenan tanto como la verdad, que es imposible diferenciarlas!

—Por favor, no digas eso. Jake, yo te a...

—¡¿Es que no te queda claro?! —su mirada era otra, no lo reconocía—. ¡No me interesa ni una palabra que salga de tu boca!

Salió de la habitación dejándome completamente sola. Mis ojos me comenzaron arder de tanto llorar. Cada palabra que salía de su boca me dolía en lo más profundo de mi corazón. Pero todo ese resentimiento me lo había buscado yo solita.

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