Naranjas

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Spreen sabe que, como alfa, no tiene mucho que ofrecer.

Por supuesto, es fácilmente de los individuos más adinerados y temidos en ambos pueblos, es capaz de destruir personas y ciudades de ser provocado en menos de un par de horas, con tantos recursos que se puede dar hasta la libertad de gastarlos descuidadamente sin preocupación alguna. Y, como la cereza del pastel, un alfa. Una moneda de oro puro entre centavos.

Pero, pese a esto, no tiene absolutamente nada que destacar de su género. Pues sin un buen nombre de familia —se rehúsa totalmente a reconocerlo a estas alturas, no lo hizo en su adolescencia y mucho menos ahora—, un historial decente carente de violencia —¡ja!—, o una buena estabilidad mental —destruir pueblos y participar en la creación de droga probablemente no ayude en un argumento a su favor—, Spreen no era en lo absoluto diferente comparándolo con cualquier Alfa común guiado por sus instintos primarios.

En si, esto no lo molesta, nunca antes lo había hecho ni tampoco a ninguno de sus amigos o compañeros. Hasta cierto punto incluso había sido capaz de olvidar o ignorar por semanas enteras la presencia de su segundo género sin ninguna clase de conflicto. No es hasta que, ya sea o Carre, o Betra, o Rob, o cualquiera en su presencia hace muestra accidental de sus feromonas que vuelve a caer en la realidad.

Y aun, pese a todo esto, es considerado el pináculo de la perfección Alfa, casi comparado con el puto Profeta.

Pero si uno ignora todos sus atributos superficiales, tantos los admirados como los que desatan terror, Spreen sólo es hombre que viene de la nada, problemático de ser tentado, e incompetente emocionalmente, absoluta nula experiencia.

Así que uno podría imaginar qué tan colosal fue la sorpresa de realizar que, después de lo que se sintió toda su vida, alguien lo había encantado; la persona —omega— que despertó el absoluto interés y tormentosa fascinación de Spreen debía tratarse de una maravilla para lograr tan imaginaria hazaña.

Y dicho Omega es, en efecto, una maravilla.

Una insoportable y problemática maravilla llamada Juan, el auto llamado hechicero supremo.

Spreen no es idiota, reconoce muy bien la presencia de estos sentimientos suyos hacia el mago, sus noches de desvelo tratando de hacer entrar en razón a sus malditos instintos y corazón con respecto a qué tan terriblemente mala idea era, no sólo enamorarse, sino enamorarse de Juan; son más que suficiente prueba.

Juan, como todo omega —a pesar de que detesta tener que encasillar los atributos de las personas dado sus segundos géneros—, de por sí ya tiene una belleza natural; grandes y redondos ojos color miel tras sus gafas, cabello desarreglado y esponjoso, labios delgados, y muchas más características físicas de las que Spreen no encuentra el suficiente atrevimiento para pensar. Y si prestabas atención a su personalidad no quedabas menos fascinado con el resultado: Amable, caótico, atento, comprometido e impulsivo.

Definitivamente era la clase de omega que más de un alfa adoraría cortejar y con mucha razón. 8cho, Karchez, el desaparecido Rubí, y sus incontables pueblerinos pretendientes eran la perfecta evidencia de esto.

Oh, y aún así, Juan era absolutamente inalcanzable. Pero no por motivos de arrogancia o demás tonterías —incluso eso sería mejor, piensa Spreen— sino que su padre, el Profeta, y su hermano mayor, Drako, eran un absoluto peligro de magnitudes desproporciónales cuando se trataba de Juan, quien además de ser el hijo más joven, aparentemente también era el único omega de su familia, según lo descubierto y dicho por Tanizen cuando visitaba la tienda. Sonaba bastante... razonable viéndolo desde esa perspectiva, pero ello no hacía menos aterrador el ser lanzado a la lava con todo y cosas encima sin ni siquiera una pequeña advertencia de por medio si te atrevías a mirar de forma divertida en dirección a Juan. Era morir por la lava o golpeado por cientos de rayos y ninguna de las dos eran bonitas en lo absoluto —por suerte no algo que Spreen haya tenido que comprobar de primera mano; no puede decir lo mismo de la rata de Imantado—.

Naranjas - Spruan ( Omegaverse )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora