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Yeosang respiró profundo sintiendo aquella extraña sensación invadirle el cuerpo, similar a una corriente de aire frío que hacía su cuerpo estremecer. Sino fuera porque había estado caminando solo los últimos dos kilometros diría que alguien le estaba respirando en la nuca. Se talló la zona con su mano y se abrazó a sí mismo tratando de consolar un poco su propio cuerpo nervioso.

⸻Maldita sea, ¿cómo es posible que haga tanto jodido frío? ⸻susurró para sí mismo caminando aún más apresurado.

Estaba tan centrado en sus propios debates internos que no notó el intenso olor a azufre hasta que este se hizo completamente insoportable. Aguantó una arcada, comenzando a toser a un lado de la acera. El callejón se extendía largo y oscuro sin un ápice de luz que permitiera ver qué demonios era lo que provocaba aquel asqueroso hedor. Cubrió su nariz y boca con la manga del delgado (y fútil) suéter que portaba no muy orgullosamente.

Asomó un poco el rostro, aún lo suficientemente lejos del perímetro, solo por si lograba ver algo a simple vista. La oscuridad era demasiado densa, como si la noche se hubiera concentrado únicamente en ese punto.

Sacó el celular de su bolsillo, esperando así encontrar algo, con la esperanza de que nada lo asustara. Encendió la lámpara y apuntó al callejón. El halo de luz se extendió sobre el suelo tenuemente, alumbrando lo suficiente para ver. Dio pasos lentos hacia el frente, buscando mejor visión bajo el refugio del resplandor blanquecino.

Continuó avanzando en silencio. El único sonido que podía escuchar era el de su propio latir contra sus oídos. Se detuvo abruptamente cuando una silueta deforme comenzó a verse más nítida.

Un par de ojos brillantes le miraron desde el fondo, asesinos y voraces. Soltó un alarido de sorpresa y dejó caer el celular comenzando a retroceder, importándole poco si el aparato se quedaba ahí o si se dañaba. La luz se vio opacada cuando la lámpara dio contra el asfalto.

Podía escuchar los pasos pesados de la persona al otro lado de la niebla negra. El molesto olor lo percibió tan presente y fuerte como nunca, incluso la textura del aire era sosa y pesada pareciéndose más a gas o humo que oxígeno mismo. No podía respirar bien, sintiendo que menos aire entraba a sus pulmones.

⸻No te haré daño, no es necesario que huyas ⸻la voz era profunda y masculina, encantadora para algunos. Yeosang siguió dando pasos hacia atrás, silenciosos y cautelosos, temeroso de los orbes contemplándole con intensidad inhumana⸻... a menos que me obligues.

La voz retumbaba en sus oídos de una forma antinatural, resonando en su cabeza provocándole un mareo desconocido y desconcertante. Una sensación como de piel contra terciopelo lo recorrió entero, hechizado por los tonos graves del desconocido.

Los pasos aumentaron de volumen y el rubio se paralizó aunque no estaba seguro de si era por miedo. Una risa escalofriante, pero armoniosa chocó en el interior de su cráneo, obligándole a tapar sus oídos deseando que la voz simplemente dejara de sonar en su mente. Retumbó en los rincones de su mente recordándole brevemente a un campanario repicando en una iglesia antigua.

⸻Eso no te ayudará mucho, ¿sabes?⸻El desconocido se acercó con tranquilidad, paseándose misteriosamente por las luces callejeras. Yeosang finalmente pudo apreciarle bien.

Cabellos profundamente negros que cubrían un poco de su frente y llegaban a su barbilla cincelada, piel acanelada de apariencia áspera y ojos que incitaban temor. Contradictorio ya que también invitaba a contemplarlos hasta el desgaste debido a su resplandor inusual. Su complexión era delgada y elegante. Un joven serio. Parecía una especie de mafioso o asesino en serie que uno solo vería en películas de culto. Su vestimenta negra ayudaba a que pasara desapercibido, camuflado en la oscuridad nocturna.

  lust ⊹ jongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora