Capítulo 2

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Cuando alguien muere, la gente parece amarlo más que nunca.Todo lo malo que hizo, los errores que cometió, las injusticias que perpetró, todo eso se olvida

Después de que morimos todos somos buenas personas y los vivos fingen estar compungidos.Apenas unos pocos sienten de verdad tu falta y en cambio el resto solo aparece cómo si de pronto necesitáramos su presencia mientras que, antes, ellos se habían evaporado.

Mi hermana era buena en verdad aún así muy pocos la apreciaron cuando se estaba muriendo y a decir verdad no los necesitábamos ahora, los necesitábamos cuando Pía gritaba de dolor por las noches, cuando vomitaba por la quimioterapia, cuando mi casa se iba vaciando de visitas, como si temieran que la muerte se los llevara por error de paso que venía a buscar a mi hermana y ahora que Pía se había ido y paradójicamente la gente había "resucitado", yo solo deseaba que todos se marcharan.

Estaba sentada en el sofá de mi casa rodeada de persona vestidas de negro que se servían canapés como si fuera una fiesta al contrario del noventa por ciento de mis días no había querido vestir colores oscuros. Había combinado algunas de las prendas que me había prestado Pía uno vaqueros y una chamarra Ferrari bastante linda

-¡Fran!

La voz de Liz me alejo del ensimismamiento, se sentó junto a mí con la corrección que la caracterizaba y miró al hombre que tenía al lado, ni siquiera yo lo conocía probablemente era un colega de papá en el trabajo, Liz le pidió disculpas por haberlo movido al ocupar el asiento por otro lado el señor hizo un gesto cortés con la cabeza.

Mi amiga era tan perfecta como Pía: tenía buenas calificaciones, era inteligente y hermosa, en ese momento me recordaba a ella

-¿Cómo estás?-preguntó, apoyando una mano en mi muñeca.

-Bien- respondí en voz baja ya que no estaba acostumbrada a ser el centro de atención de nadie y desde que el funeral había comenzado, no había persona que no se acercara para darme las condolencias.

Una compañera de mi hermano nos interrumpió para saludarme

-Hola Francesca cuánto lamento lo de Pía, ella era tan buena...

Guarde silencio. ¿Por qué no había aparecido cuando mi hermana estaba enferma y necesitaba de sus amigas?, ¿Por qué la gente pensaba que era obligación hablar bien de los muertos?. Era irónico que mientras la persona estuviera viva hicieran lo contrario porque Pía era popular y querida, estoy segura de que también había sido presa de habladurías.

De pronto escuché que mamá volvía a estallar en llanto, había pasado eso varias veces desde que el funeral comenzó, no pude evitar buscarla con la mira estaba de pie abrazada a una amiga

¡Mierda! No quería estar ahí

Los funerales son una cosa estúpida, no entiendo para que llorar con alguien que no estuvo para sostener tu mano cuando tú sostenías la de tu hija enferma pero así funciona el mundo adulto con bastante hipocresía, buena a decir verdad no era muy diferente a la universidad.

Liz pasó mucho tiempo conuco y luego se retiró diciendo que su madre la llevaría de compras pues la noche anterior me había contado que ya la había llevado al centro comercial y no parecía muy contenta con el shopping supuse que ella,  como yo, odia los funerales pero no se atrevía a confesármelo hacia bien en irse si yo pudiera haría lo mismo. La gente seguía yéndose al ritmo que otra llegaba y yo no lo soportaba más si escuchaba una sola condolencia más, gritaría.

Mire por la ventana y vi acercarse una figura conocida aunque era una mujer de setenta años y vestía una falda de colores con una blusa blanca, ¡Vaya! Había alguien más que se pasaba los funerales por el trasero pero para mi sorpresa mi padre apareció e impidiera seguir el camino que llega hasta la casa, resultaba imposible escuchar lo que le decía Pero me di cuenta de que la estaba echando.

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