Capítulo 3

79 7 4
                                    


CAPITULO 3


Agar observaba desde su silla de piedra el escuadrón de rebeldes que se extendía por la fosa que habían logrado mantener oculta durante dieciocho años. Las iluminarias de luces débiles alimentadas por manteca de cerdo e incrustadas en las paredes que los rodeaban, dejaban ver rostros de miedo, odio, inquietud. Niños harapientos con espadas oxidadas; y viejos que habían encontrado en la guerra un sentido a su existencia maldita; era el ejército que pretendía liberar a los moonlit.


Agar Se había convertido en el líder de los rebeldes, cuando por primera vez defendió una niña de las manos de un guardia que estaba sobre ella ante los ojos de todos. Un hombre de manos firmes, caballera desteñida con alardes de dorado en la juventud y cuerpo fornido de guerras infinitas; cubierto por una armadura de cuero y capa de lana sujetada con un broche de oro negro en forma de sol con un brillo en el centro producido por una piedra de citrino. Su hijo Ruan lo acompañaba a su derecha erguido como los monumentos de Orión.


Agar sabía que los hombres que estaban ante él, podían ser todo menos una infantería. Faltaban cotas, armas, escudos y lo más importante; valor para luchar. El silencio de miedo se acentuaba más en el recinto y algunas iluminarias callaban su fuego. Se levantó con lentitud y dio dos pasos al frente para ver la sombra de rebeldes.


-¡Hoy hermanos de guerra! castigados por una marca y obligados a vivir en las tinieblas. El castigo más cruel que una hermandad podría ser a otra, por un solo hombre que Quiso robar el poder de las otras castas. Al que es mejor no nombrar y que para nuestra ruina fue moonlit. Tres generaciones de castigos y abusos -hizo una pausa y tomo valor para llevar a niños, jóvenes y ancianos a una guerra suicida -¡Es hora de luchar y exigir ser perdonados, vivir en la luz y ser tocados por Astrea como hijos de Orión! Nos dicen intocables y llaman a nuestra sangre maldita. Pero nuestras mujeres son violadas y nuestros niños llevados a morir en una imagen de un rey que nos llevó al exilio. No queremos el poder de las demás castas. Somos hijos de Astrea y sé que desde el cielo acompaña nuestra lucha. ¡Es hora de luchar!


Sus palabras eran aliento para los hombres que enardecían en gritos. Armas destrozadas y manos empuñadas agotaban el silencio. Todos esperando con ansias los días restantes para liberar la ciudad engullida en el aniversario de Cormac Sunlit. Ya eran más de tres mil hombres a su disposición y dispuestos a pelear.


En medio de la celebración apareció kilian el único rebelde que había sobrevivido con cesar desde el principio de la guerra. Un hombre de cabello negro encanecido, delgado y apariencia joven a pesar de sus cincuenta años. Sus palabras se habían cortado en algún momento de su vida. Pero era un secreto que no había compartido con nadie.


-Cececesar tenemos un proproblema en las entradas del rerefufugio- Decía con impaciencia.


-Quedas tu a cargo de todo Ruan-dijo cesar a su hijo con una palmada en su hombro derecho. El joven acababa de cumplir los dieciocho años y a diferencia de su padre tenía ojos y pelo negro; pero conservaba la altura, una pose de rey de batallas y el valor que había sido concebido por el oráculo cuando le concedió algunos poderes.


Agar siguió a kilian que andaba siempre apresurado -Las enentradas del refufugio están colapsasadas- decía angustiado.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 20, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

EL príncipe de OriónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora