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Con impotencia, Xiao cesó de hablar permitiendo a su maestro continuar la conversación. Sus ojos fulminaban con descaro al desconocido de hebras rubias que estaba sentado en el puesto frente a Morax.
—Entonces, tú no abras tu bocaza de dragón y me llevaré a tu Yaksha más fuerte. A cambio, tu región y tus bonitos cuernos no serán atacados por mí. ¿Hay trato?

El príncipe extendió la mano, esperando a que el Arconte Geo hiciera ese típico apretón. El más alto de todos se quitó su guante a punto de aceptar.

—¡Espera! Por favor. Un momento para hablar a solas maestro, se lo suplico- Pidió Xiao, Rex Lapis miró a Aether y este asintió con aburrimiento indicando que podían. Los adeptus se levantaron de sus sitios y caminaron hasta el pasillo fuera de esa habitación.

—Maestro, no puede hacer eso, ¿quiere que uno de nosotros se vaya?

—Obviamente no, Alatus. Pero no tengo otra opción, además, si le envío a Bosacious, enseguida se molestará y me lo enviará de vuelta.

Su estrés era creciente, no podía creer que su amado Dios estuviera aceptando tal cosa, y tampoco podía creer que el temido Rex Lapis se dejara insultar por un simple mortal extranjero. Alatus realmente quiso hacer algo, pero cada vez que trataba de defender verbalmente a su enseñante este lo miraba severamente y Xiao dejaba de respirar, como si lo hubiese transformado en piedra.
—No quiero estar en su contra pero ¿y si en vez de devolverlo le trata de herir? ¿Qué haremos entonces..?

—Nada. Así es, 50%

—¡Pero no puede poner a Bosacious en peligro!

—Vuestro deber es Liyue; responde: ¿Bosacious o Liyue?

—... ¿No hay otra manera? ¿Puedo ir yo?

—Pero si ya le has caído mal. Si a Bosacious lo mata por pesado, imagina lo que te hará a ti por quejica.

—¡Seré obediente!

—Sé que no obedeces a nadie más que a mí. Pelota.

—No me diga esas rarezas, mi señor...— Maculló serio. No le gustaba que bromearan con él en momentos como ese, ni aunque fuera su maestro.

—Vale, no te me enfades— canturrea —si no te envío a ti es porque me gusta que estés a mi lado.

—... Ah.

—"Ah" ¿nada más?

—¿Es un halago o me estás tomando el pelo otra vez, mi señor?

—Más que un halago...

—A mí también me gustas... ¡Emm, estar a su lado, señor!

—Qué... Ay, dejémonos de juegos, esto decidirá si Liyue dura más o no.
El mayor quiso dar por acabada la discusión pero notó que Xiao tenía algo más que añadir.

—¿No podemos acabar con ese chico ahora? ¡No quiero crear conflicto pero él es una amenaza.

—Ni lo intentes; venga vámonos, será mejor no hacerle esperar.

—Si usted lo dice— murmuró, escondió la abrumante ira que le causaba la situación, no debía desahogarse con Morax ya que él no había hecho nada, o eso pensaba el azabache.

Cuando vuelven, el príncipe sigue ahí sentado con la mirada perdida en algún lugar de la sala. En cuanto la puerta suena, dirige su atención a los recién llegados.

—¿Habéis terminado? No tengo prisa pero tampoco paciencia.

—Hemos acabado.

—Bien, entonces, ¿sí o no?— volvió a extender la mano y esta vez, Lapis sí pudo estrechársela. El acuerdo estaba finalmente hecho.

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(Capítulo de introducción.)
Fue resubido porque había perdido lo escrito, tuve que encontrar el papel en el que lo había escrito a mano y volver a reescribir todo.

₊⿻゚ 𝗦𝘂𝗯𝗲𝘀𝘁𝗶𝗺𝗮𝗱𝗼 ↳𝗔𝗲𝘅𝗶𝗮𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora