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#1

Señor Genji

Varias veces dice que soy malo en muchas cosas, la escritura es una de ellas pero ya no, esto es muestra de ello. Cuando lea esto sabrá de la firmeza en mi determinación, no soy un niño mimado, pero usted si es alguien muy terco.

                                                           Toya
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El señor odioso de la casa escondida hizo de mi escape, su hogar. Cada tarde después de mi típica huida podía verlo relajarse en el desaliñado suelo natural mientras fumaba. No importa las veces que trate de echarlo, las veces que trataré de preguntar su nombre o su razón de existencia, aquel me veía como un simple bicho molestando en el aire, aún cuando el había invadido mi espacio. Al ser el único lugar sin ser descubierto por mi padre, tuve que aprender a convivir con su presencia, con sus suspiros largos y los silencios incómodos que se interrumpian con alguna tontería por su parte, estaba acabando con mi paciencia pero esa vez tocó un punto sensible ya olvidado por los días, la razón del saber de su presencia.

— ¿Cumpliste con tu deber? Pareces un joven muy relajado en estos momentos, ¿Cómo has conseguido librarte?

Cierro el libro de estudio que tengo entre las piernas, no se cómo contar lo que había hecho sin sentirme avergonzado, más que eso, no me gustar contar mis pesares pero desde el día uno, muestra un algo que provoca salir de mi. Quizá me estoy dejando influenciar por los rasgos simétricos de su cara, es peligroso verlo de cerca.

— ¿Porque debería decirle? Le conozco hace unos días y usted no ah respondido a ninguna de mis dudas, quien sabe y sea un prófugo evitando la justicia. —. La expresión que intentaba molestarme cambia al escucharme, como si hubiera atinado a la circunstancia y asusta, quizás sea alguien malvado pero calla mi pensamiento deambulante al instante.

— Tienes razón, estoy huyendo y me estoy escondiendo en la casa de un niño con cabeza de nido... Eso sí que lastima mi orgullo. —. La sangre en proceso de congelación se detiene por la burla al final, ahora cambia a fuego. Era conciente de lo difícil que era mantener los mechones en su lugar cuando se tiene el cabello ondulado pero su forma de decirlo es insoportable.

— ¡Es todo! No volveré a traerle más comida. —. Se estaba volviendo costumbre el salir con un mal sabor de boca de mi lugar antes llamado especial, por su culpa ya no lo es.

Mientras más me acerco a casa, comienzo a ver a diversas personas deambulando entre los árboles y la vegetación, buscándome por milésima vez, es una costumbre el hacerlo varias veces a la semana, mi padre debe estar furioso, lo ah estado de sobremanera después de que el matrimonio de mi hermana fuera cancelado.

Cuando me adentro en los aposentos veo al monstruo del que huía, el deber de cumplir. Otro de esos hombres robusto sentado al frente de mi padre me ve entrar, veo en su mirar la suciedad de sus intenciones y en la mirada de mi padre, el regaño anticipado por si volvía a herir en la entrepierna a uno de sus colegas, no iba a dejarme llevar fácilmente pero está vez era diferente, está vez no solo era capricho en nombre del deber. Ahora se trataba de una deuda entre familias y como un balde de agua fría cae sobre mi el hecho de que ya no es algo perjudicial solo para mí, lo es para toda mi familia, aún más para mi padre quien es el líder.

Después de una larga charla con las cartas sobre la mesa, se me es manifestado los hechos. En mi entender, uno de los hombres de confianza de mi padre había manchado la lealtad con traición al revelar información importante a un clan enemigo. Aquella traición se debía de pagar por no saber seleccionar bien a los miembros de la casa. Por el temperamento del clan contrario había que apaciguar más aguas, yo sería la calma en el mar.
Aún cuando odiaba que mi padre me vendiera como a cualquier cosa, lo amaba y amaba el recuerdo de su cuidado durante mi niñez, es por el agradecimiento que cedí al ser "cortejado" por aquel hombre con mirada fría, su sola presencia asquea mi alma.

Se hizo llamar bajo el nombre de Kozawa, dijo que vendría cada martes a enseñarme los saberes ancestrales, que lo haría hasta que estuviera listo para marcharme junto a él y que una vez bajo su mandato aprendería todo lo que un nombre tiene que saber. No era tonto como para caer en la mentira de las palabras disfrazadas.

El primer martes llegó, con ellos la primera clase de cosas que ya sabía, aquello parecía más una escusa y cuando se fue sentí el verdadero alivió pero mi casa ya no se sentía tan a salvó, fue entonces que recordar aquella casita y el nuevo habitante de esta. Había olvidado a aquel hombre molesto y no le había llevado alimento por un par de días. Sabia que no debía de sentir preocupación por aquel pero apenas y podía mantenerse sin mi, parecía no dar un paso fuera aquel escondite, no veía en su escencia las ganas de vivir.

Con un canasto lleno de fruta fresca camine entre los senderos del bosque hasta encontrar los matorrales a modo de puerta de aquella casa. Mantuve el caminar en pausa al llegar a la puerta, tenía una ligera sensación de decepción por si no lo encontraba pero ahí estaba, ahí continúan tan tranquilo como siempre a excepción de que había remodelado el lugar, con madera a modo de muebles, vegetación a modo de decoración y algo de comida sobre una mesa improvisada. Aquel vistazo al talento que parecía tener, me di cuenta que no me necesitaba y gaste la energía en suposiciones, estaba decepcionado.

— ¿Te gusta? Es mi forma de agradecerte pero veo que ahora trajiste muchas cosas, déjame ver. —. Arrebata de mis manos el canasto y se llena la boca de fresas y moras, es como si viera a un niño comer unos cuantos dulces.

— ¡¿Porque se los come?! No eran para usted.

— Si quieres lo vómito. —, Toma de mis manos como si quisiera hacer tal acto asqueroso sobre ellas pero en cambio las mira con atención, cada extensión de mis dedos y cada marca de la palma de mi mano. — Lo sabía, eres un niño mimado. Con esas manos tan suaves y sin un callo, además trayendo tanta fruta en buen estado. El venir aquí debe de ser un berrinche.

— ¡¿Y que si lo es?! No sabe nada de mi, ni siquiera mi nombre, además...! —. La furia que tengo reprimida hace días sale a flote, se que no es el causante de mi enojo pero si el detonante. Antes de que continuará con mi desahogo, pasa una rama de cerezos frente a mis ojos. Los retoños y florecientes flores son las más hermosas que eh visto, me dan la calma con su belleza.

— ¿Si te doy esto me dirás tu nombre y la causa de tu frustración? —. El mirar molesto cambia, sus ojos me dan a entender que puedo confiar en el, no me gusta.

— Si, soy uno de esos que adornan cada centímetro de su cuerpo para luego ser vendido y ahora no puedo evitar seguir con la estúpida tradición. Un hombre ah venido a verme para llevarme. —. El exteriorizarlo por primera vez provoca que mis ojos se mojen, por el coraje y la impotencia, me hace sentir débil.

—El florecer de las flores representa la primavera y un nuevo inicio después de un largo invierno... Pero las flores no duran mucho después de eso. Las cosas no duran para siempre, eso incluye lo malo.

—Eso significa que tampoco lo bueno dura para siempre...

—Supongo que si, nada es eterno. Eso es bueno, ¿No? Así no tendrás que preocuparte demasiado por las cosas. —. Percibí aquello como su intento de consolarme aunque no le encontré sentido pero de alguna forma lo logró.

Como un pollito, después de mostrarme vulnerable ante alguien por primera vez, sentí la necesidad de volver a verlo cada día. Llevaba conmigo el cesto de fruta a escondidas, lleve tanta que comenzó a elaborar mermelada casera en una fogata, aquella casa abandonada y entre escombros cada día se veía más como un hogar, el había hecho de ese espacio, uno acogedor y precioso. Ayude en parte a que se volviera así pero lastimaba mis manos muy seguido, el me hace sentir inútil al no dejarme hacer nada pero soy torpe a sus ojos, soy malo en todo lo que toquen mis manos pero la forma en que lo dice no suena a ofensa. La manera que tiene de hablarme se siente calido, incluso las bromas pesadas, luego se disculpa con un gesto agradable, cómo despeinar el "nido" de mi cabeza y regalarme algún adorno para mí muñeca, son ramas adornadas de flores que se marchitan con las horas. Tiene razón, nada es eterno, es por eso que cada día me da un regalo nuevo.

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⏰ Última actualización: Feb 01, 2023 ⏰

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