Me encontraba nerviosa, muy nerviosa. No sabía que meter en mi maleta. Ir por dos días con gente que nunca habíamos visto no me daba mucha confianza.
Encima Robert estaba enfadado y yo sabía, mejor que nadie, que no dejaría las cosas pasar. Lo iba a pagar con algo, no sabía el qué pero no le gustaba perder en la relación.
Lo más inteligente era quedarse, no hacerlo enfadar, eso es lo que hacía todo el tiempo. Pues aún pensando así, aquí estaba preparando mis cosas para poner mi mundo patas arriba.
Me tiraba por primera vez sin paracaídas.
—!Ya acabé!
Me volví para mirar a Anny que estaba sentada encima de su maleta porque no podía cerrarla.
—¡Maldita! ¡Que te cierres! —gritaba sentada y saltaba a la vez sobre ella.
—¿Pero se puede saber qué es lo que has metido ahí? Solo será un día y medio y parece que vas a dar la vuelta al mundo como Willy Fog —fui a ayudarla y nos sentamos las dos en ella haciendo presión para que la cremallera cediera.
—Todo lo que hay dentro lo necesito...¡Que te cierres! La puta maleta de los cojones —se veía desesperada.
—Cada vez hablas peor, ¿Tú te oyes?
Vi que se había caído algo fuera y estaba en la cama, lo cogí. Abrí la boca.
—¿Para qué es esto? —se lo enseñé.
—Hay piscina, tendré que llevar un bikini al menos, ¿O me baño desnuda?
—Si ésta es la parte de arriba no quiero ver la de abajo, sabes que se te verá todo, ¿No? Llevar ésto y nada es lo mismo.
—¡Dame señorita santurrona! —me lo quitó—. Me da igual, que lo que se tengan que comer los gusanos que lo miren los cristianos.
—A veces creo que no tienes vergüenza.
—Cuando termine el fin de semana me cuentas quién no la tiene —se reía.
—No pienses guarradas que yo no soy de esas, tengo...
—Novio...—me cortó—. Lo sé, ¿Ya ves si lo sé?...si por ese idiota me he prometido que nunca tendré uno —me cogió de los brazos y me miró—. Acuéstate con Alex y olvídate del idiota y estúpido de Robert.
—¿Se puede?...
Las dos miramos hacia la puerta que estaba entreabierta, nos vio sentadas una a la vera de la otra encima de aquel bulto enorme y con la frase en el aire.
La cabeza de Alex se asomaba por la rendija que habíamos dejado abierta.
—¿No cerraste la puerta?
—Creí que lo hiciste tú.
—¿Puedo pasar?
Di un respingo y me puse de pie.
—Sí pasa —le dije nerviosa sin saber porqué. ¡Ah! Sí, era por si podía haber escuchado la estupidez que dijo Anny.
Abrió y entró, apretó los labios para no reír. —¿Qué hacéis? Tenéis unas caras, algo malo estabais haciendo, ¿Me equivoco?
Dile, venga, chula.
—¿Cuanto tiempo llevas ahí?
La risita que escuché detrás de mí me hizo ponerme peor de lo que estaba, la miré y ella es hizo una cremallera en sus labios.
Que no haya escuchado, que verguenza, que haya llegado después. Mis mejillas me ardían.
—Acabo de llegar y no he visto nada de lo que estéis escondiendo —me puso una sonrisa.
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Maldita prioridad
Teen FictionEn el peor de los casos solo puede pasar que te enamores de él. En el peor de los casos tu novio se puede enfadar más de lo que lo hace habitualmente. Pero en el mejor de los casos estarás con alguien que sabe cómo tratar a una mujer. Amanda conoce...