Horquillas.

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De verdad te odio.

Estoy volviendo a casa, tras otro día donde lo más destacado es que casi me da un algo al volver del trabajo, estoy a minutos de sentir que puedo colapsar. 

Te odio tanto

Puedo estar a 3 minutos de un ataque cardiaco y no lo sabrías, solo te interesaría ver que mi mano toma la tuya otra vez. 

Te odio.

Eres tan directo y posesivo a la vez que despreocupado que me vuelves una maniática, 4 años de relación y casi siempre fuiste así. 

Te quiero demasiado. 

Porque pese a toda la mala pasada que tuvimos no puedo dejar de querer tenerte cerca, eres una clase de maldición de la cual no quiero librarme, contigo puedo ser yo

Te amo

Porque eres aquel al que le debo demasiadas experiencias esplendidas, risas en mis días más grises. 

Te adoro

Ya que eres al que le eh entregado demasiadas cosas, eres aquel que aunque la cague se que siempre estarás ahí... eres aquel al que mi cuerpo desea.

¿Cómo es que siempre volvemos a esta situación?

Cierto, tuvimos una discusión hace unos días, o semanas no lo recuerdo, solo dije que estaba cansada de ti. 

Peleamos ya que... saliste más del tiempo que dijiste que tardarías, te reclame por ello, sacaste que yo hacía lo mismo, hasta incluso salía sin comentar nada, entonces armamos el escenario que ya nos tenía acostumbrados a tener, una discusión que como siempre llevaba a uno de los dos a irse del departamento un tiempo, somos un asco en eso. 

Pero pese a eso, siempre has sido el que pide disculpas, incluso cuando soy yo la que la caga, tengo miedo de pensar que dependemos uno del otro para mantenernos cuerdos por el exterior, o bueno no quiero mentir ni lo hare, quizás no nos conocemos lo suficiente. 

Digo cuando empezamos a salir éramos completos desconocidos, no sabíamos de la existencia del otro o por lo menos yo no conocía tu existencia... Izuku. 

Un día solo llegaste con flores, rosas para ser exactos, llegaste frente a mi y con un sonrojo en tu rostro dijiste. 

Izuku: Disculpa que sea impertinente pero no pude obviar tu lindo rostro. 

Dijiste eso cuando me encontraba en un bar ahogando mis malas experiencias de la semana, no fue la primera vez que un imbécil intentaba coquetearme, pero tu fuiste diferente, no fuiste directo a pedirme que fuéramos a la cama, te hubiera pateado las pelotas si lo hubieras hecho, solo te acercaste y me invitaste una copa de un licor no tan fuerte, pese a todas mis alarmas decidí seguirte, te hable sobre lo horrible que era todo mis minutos en la universidad y tu solo te dedicaste a escucharme,  por fin desahogar toda la mierda que era esa experiencia con alguien que no sentí que me juzgaría fue tan hermoso. 

Como sea las horas pasaron y de un momento a otro me cargaste en tu espalda hasta mi departamento y me dejaste en mi cama, estaba algo borracha pero recuerdo que dijiste que me dejarías tu número, cumpliste. 

Me dejaste tu número en mi mesa de noche, ese día domingo solo te agregue a mis contactos, pero ya el martes decidí mandarte un mensaje, me respondiste tras 5 minutos, iniciamos una corta conversación pero esa conversación me alegro por un momento, un sentimiento espontaneo me dio por invitarte a salir. 

Si las paredes pudieran hablar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora