Te vas

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Casi resbalo.

     Casi me transformo en esa parte de mi que no me gusta.

      Hay cosas que me generan violencia y vos sos una de ellas. El destrato como parte inherente del desamor me da rechazo. Asco.

     Si no me querés, algo más fácil que no quererme es irte.

     Nadie tiene las puertas con candados y, de hecho, entre vos y yo no veo ninguna puerta que nos una. Pero por algo te quedas.

     Lo único que veo de vos es tu necesidad de tirar una trompada hacia lugares donde te la devuelvan. La verdad es que te confundiste de lugar. Entiendo toda tu historia, tus dolores y tus presencias ausentes. Pero conmigo no es la cosa. Yo no fui. Así, como te dicen los chicos. Yo no fui. Tan simple como complejo de entender. Para vos y para mi.

     Uno, casi sin darse cuenta, se presta de muñeco para que el otro revolee una vida no resuelta. No. No voy a cargar con cruces que no son mías, ya bastante tengo con las propias.

     Estuve ahí de pegarme la resbalada. De actuar como vos necesitabas. Casi siempre, frenar y abrir los ojos resulta ser la salida a todas las cosas.

     Uno siempre puede retirarse de donde no lo quieren. A veces, el otro nos necesita solamente para vomitar sus pedazos no masticados. Por eso, no te suelta. No puede. Pero vos si. Vos podés abrirte los bolsillos, hasta que se te vean las hilachas de ese pantalón descosido. Mirar con ojos de asombro, abrir bien las manos y demostrar que, si hay alguien que le sacó algo, ese no fuiste vos.

     Resuelto el enigma, sonreís, abris la puerta y te vas.


~creditos a quien corresponda~

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