El camino de los caídos.

Capitulo 3: La tiranía de Optimus Prime.

Capitulo 3: La tiranía de Optimus Prime.

Durante los próximos días las cosas fueron cambiando de manera drástica. Optimus había tomado el Arca de regreso, tomándolo como su buque insignia y le mando a mejorar y remodelar, lo primero que hizo después de dejar a Megatron y a los demás en la sala de tortura donde habían tenido una sesión intensa al grado que hizo que le suplicaran que parara, fue darse un baño.

Uno bien merecido, uno muy necesitado, y solo después de que la adrenalina pasara, se dió cuenta del profundo dolor que sentía su cuerpo, así que Ratchet estuvo con el y sus amigos más cercanos en el ala médica de la nave, era un ala grande y repleta de otros pacientes pero ellos estaban en un área más privada, Ratchet terminó de realizar el escaner de su cuerpo, estaba sumamente frágil, delicado incluso, sus extremidades estaban flácidas, su timón había sufrido grabes tensiones de cableado, su garganta, su boca, tenía desgarros que se tenían que arreglar.

Su zona de interfaz estaba desgarrada y tenía que ser reconstruida de cero, su revestimiento fue sacado de su marco para curar las heridas internas, y luego reemplazado por otra armadura, mismo modelo pero de otro color, la había pedido de color negro con morado.

Su óptico fue arreglado, pero las cicatrices de soldadura en sus mejillas no desaparecerían, así que le daban una vista muy, muy aterradora, le arregló su máscara de batalla, en si, volvió a estar sano de nuevo, excepto por sus transtornos mentales de los que ahora sufría. El trauma era irreversible, y sus ansias de venganza eran insaciables. El de sus amigos era lo mismo todos tomaron colores nuevos que combinaban con su cambió de color de opticos. Magnus se hizo unas mejoras que le hicieron más alto y más fuerte, más robusto, y siempre estaba al servicio de su Prime, siempre se le veía como la mano derecha del Prime. Ratchet era el nuevo científico loco, desarrollaba todo tipo de armas que se le ocurriera o hacía realidad las fantasías de su líder. Desde gases para matar a todo el que lo inhale lo usaron mucho para cazar a los Decepticons que se escondían en el planeta hasta armas de destrucción masiva que lanzaban a grandes ciudades donde se escondían lo Decepticons.

Después de las bombas venían las lluvias de ácido, que corroían todo a su pasó, dejando la ciudad como no más que un desperdicio de basura, era muy corrosivo y solo los que llevaban una armadura lo suficientemente resistente a esta lluvia ácida sobrevivían. Los Autobots se volvieron el terror no solo de los Decepticons restantes, sino también de los civiles y otros Autobots que no compartían la visión de su antiguo honorable líder, pues ahora era un maníaco, un ser lleno de rencor, que no empatizaba con el dolor ajeno y le causaba placer ver sufrir a otros.

Se volvió un tirano.

Bumblebee era un depredador, era un ginete del Dinobot Strafe y salía a cazar a las presas más escurridizas que Optimus le mandaba a traer, nunca fallaba, siempre las encontraba, las traía a como diera lugar. El junto a Smockescreen eran los mejores perros de caza del Tirano.

Bulkhead y Wheeljack se convirtieron en una fuerza bastante importante, los dos eran máquinas de demolición y sabían como devastar un edificio con solo quitarle un pilar, ellos sabían de construcción y maquinaría, supervisaban las mejoras a las naves Autobots y eran bastantes sádicos para matar, ellos y el resto de los Wreckers que encontraron se volvieron una fuerza bastante temible.

Y Arcee? Era la femme más malvada que Optimus había tenido el placer de conocer, era hermosa, inteligente, fuerte, agil y leal, ella se hizo pareja de su hijo y entre los dos hacían un equipo imparable, la adoraba cómo su yerna.

Megatron y sus más allegados permanecían en la bóveda de seguridad del Arca, dónde Optimus guardaba a sus prisioneros más importantes, pero el no cometería jamás el error que hizo Megatron con el, así que le corto las piernas y los brazos, dejandolo solo como un torso viviente y quejumbroso que era sometido a todo el que quisieran sus torturadores.