El aniversario

927 153 80
                                    


No podía ser cierto lo que estaba pasando, no me podía permitir tener sentimientos por alguien como Andrés. Él y yo éramos de mundos completamente distintos. Además, yo tenía una relación sentimental con Diego, que, aunque no estuviera pasando por sus mejores momentos aún no estaba decidida a botarla a la basura. Debía olvidarme de Andrés, tenía que evitar volver a verlo a solas como hoy o no podría resistir más. 

El viernes llegó. Después de lo que había pasado el día anterior, las ganas de asistir a la cena del domingo se me habían quitado. Ir a ese evento significaba volver a ver a Andrés Sáez de alguna manera. Aunque no quería desilusionar a mi mejor amigo, estaba tan feliz que en la mañana me había marcado para decirme que ya sabía que tiendas visitaríamos por la tarde para comprar nuestras vestimentas para la cena. 

Aún no había hablado con Diego sobre cancelar nuestra cita del domingo. Había estado evitando ese momento, pero ya no quise posponer más esa llamada. Así que antes de salir del hospital para encontrarme con Roberto le marqué.

—Hola Cami, ¿Cómo estás?  —contestó al primer llamado.

—Bien. Con algo de trabajo en el hospital, pero todo bien.

—Me alegra. ¿Ya pensaste en donde comeremos el domingo? Me dijeron que abrieron un restaurante de comida oriental en la nueva plaza cerca de mi departamento. ¿Te parece si vamos a comer ahí?

—Ah, por eso te marcaba Diego. Nos acaban de avisar que el domingo habrá una cena para el personal en el casino español. Será con motivo del primer aniversario. Es obligatoria mi asistencia por ser jefa de un área del hospital —le mentí y omití una invitación para él.

—¿Con quién asistirás? —preguntó curioso.

—Iré con Roberto. Él también está invitado.

—Oh ya, con tu amiguito —comentó en tono molesto—. Está bien pues espero que te diviertas y cuando tengas tiempo me llamas para ver cuando nos vemos.

—Diego no le hables así a Roberto —le reproché—. Sabes que es mi mejor amigo, además tú eres el que siempre cancela nuestras citas, así que no deberías molestarte porque esta vez tengo algo importante que hacer.

—Está bien. Solo cuídate y me llamas el lunes para ver cuando nos vemos —colgó el teléfono.

No podía creer que Diego se comportara de ese modo. No sé qué había pasado con el chico lindo y amable del que me enamoré hace años. Al parecer simplemente había desaparecido. Cada día que pasaba sentía menos ganas de estar a su lado y no tenía nada que ver con lo que estaba sintiendo por Andrés Sáez. 

Traté de olvidarme del asunto y me dispuse a disfrutar mi fin de semana, no quería seguir dándole vueltas a lo mismo. Roberto me estaba esperando impaciente en el estacionamiento del hospital.

—¿Estás lista para divertirnos de compras esta tarde? —dijo emocionado.

Solo asentí con una sonrisa un poco fingida y nos fuimos.

Recorrimos numerosas tiendas del centro de la ciudad. Roberto no tardó mucho en encontrar lo que buscaba. Se probó un smoking negro que le hacía lucir muy bien a pesar de no tener un cuerpo escultural. Yo aún no sabía que comprar, hasta que por fin encontramos un vestido color azul muy lindo en el aparador. Cuando lo vio Roberto se emocionó.

—Debes probarte ese vestido Camila.

Fui al vestidor y me puse el vestido, en frente tenía un escote tipo halter y unos tirantes gruesos que estaban decorados con algunos detalles en pedrería al igual que el pecho. Era largo y hecho de una tela brillante. La falda no era entallada pero tampoco era voluminosa, tenía una hermosa caída. De atrás era muy escotado y tenía un tirante que atravesaba de forma horizontal la espalda baja. Salí para verme en el espejo. 

Los juegos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora