IRA DEL DRAGÓN 龍 KOOKMIN

零

Cuatro eran los reinos que vivían en paz y armonía en el lejano continente de Cadmus. Después de pasar largos años de batallas sangrientas donde nadie daba su brazo a torcer por culpa de la codicia, mientras se quemaban pueblos enteros, morían de hambre y caían los guerreros más fuertes de cada reino, los reyes llegaron a una simple conclusión que cambiaría el rumbo de esa eterna guerra. Los culpables de todo el mal en el mundo eran los dragones.

Fue la caída de ese reino el que hizo que todo resurgiera de las cenizas. Se pusieron de acuerdo para bañarlos en la completa miseria, hundiéndolos en el fondo del océano con la ayuda de los dioses que se apiadaron de sus rezos. Todo el fuego que identificaba al reino fue reemplazado por el frío de las olas que chocaban en los enormes roqueríos ahora deshabitados. No había manera de salvar a ese reino, los dragones desaparecieron y con ello su hambre por dominar sobre el resto. Ya no había motivos de pelea, no hubo más guerras y lentamente volvieron a vivir en armonía.

Park Jimin pertenecía al reino albo, donde maravillosas criaturas como unicornios y pegasos convivían a diario. Él era la representación de la belleza, con el cabello blanco tan largo que le llegaba hasta la cintura, y un perfil soñado que sacaba un sinfín de suspiros. Era una criatura preciosa, un híbrido de unicornio que llevaba años existiendo, pidiendo siempre por la paz de todos los pueblos. Le llamaban "santo" por ese motivo, parecía que no guardaba oscuridad en su corazón y sufrió cada segundo en que vio a su pueblo perecer.

Tal vez, Park Jimin era el único en su reino que no estuvo de acuerdo con llevar a los dragones a su final. Él no quería guerras sin sentido y pérdidas de vidas inocentes. El reino de los dragones no estaba repleto de tipos malos, ellos luchaban porque eran guiados por altos mandos, era plenamente consciente de que acabaron con la vida de personas que no tenían nada que ver con la guerra y por ende siempre se internaba en el bosque, rezándole a los dioses para que les entregaran su perdón.

El reino albo estaba en los bosques más recónditos del continente, repleto de árboles que se alzaban hasta donde la vista no alcanzaba a llegar. Cerca corría un río de aguas transparentes, los peces nadaban mostrando todos sus mágicos colores que hacían que los niños gritaran de alegría cada vez que los veían. Era un sitio idílico, nunca había días grises, parecía que la primavera era eterna.

Con su túnica mojada después de cruzar el río de aguas tranquilas, Jimin se adentró al bosque, nuevamente dispuesto a rezar por el mal que había realizado su pueblo en la guerra. Era el único que sentía la responsabilidad de hacerlo, a pesar de que otros eran conscientes de lo que hacía, nadie guardaba culpabilidad por sus actos, al contrario, seguían sintiendo que los dragones merecían todo el dolor que recibieron.

El bosque era tranquilo, crecían plantas coloridas que ayudaban a aliviar cualquier tipo de dolor. Los animales se paseaban calmados, incluso ante la presencia de seres como Jimin, no sentían realmente el peligro, eran todos criaturas puras que existían para esparcir el bien. Eso sí, le pareció extraño que en ese momento no hubiese ningún ciervo cruzándose en su camino. Era algo de todos los días, ellos caminarían para hacer notar su presencia y algunas veces le seguirían. Ahora no había nada, ni siquiera insectos que extendieran sus alas para descansar en sus hombros.

Desconfiado, Jimin se detuvo para analizar el bosque. No había nada raro aparte de la ausencia de animales. Los árboles seguían ahí, tan imponentes como siempre, las plantas se mecían con la leve ventisca y seguía sintiendo un poco el aroma de humedad en el ambiente, pero había una cosa más, algo que le estaba molestando y que hizo que arrugara la nariz en sorpresa.

Corriendo, Jimin se dirigió hacia donde percibía el aroma. Era sangre, no podía dejar de reconocer el olor que perduró por años en el reino. Necesitaba verificar de quién se trataba, podía ser un niño, un animal o un anciano que tropezó después de una larga caminata.

El cabello de Jimin se movía con tal gracia que se asemejaba a las suaves olas del océano que había destruido al reino de los dragones. Era rápido, después de todo era una criatura majestuosa conocida por galopar hasta en el terreno más pedregoso. Su túnica le molestaba, se había enredado en ella unas cuantas veces, pero logró acercarse al aroma que tan preocupado le tenía en aquel instante.

En el fondo del bosque, recostado sobre un árbol, se encontraba un guerrero dragón herido en el estómago. Tenía escamas en sus manos y unos ojos amarillos que le perforaron el alma. Era un hombre hermoso y tonificado, muy alejado a la angelical apariencia de todas las criaturas que Jimin había llegado a conocer en su vida. Tuvo que pellizcarse para asimilar que estaba en presencia de un hombre con sangre de dragón, porque se suponía que todos estaban muertos, no debía de estar ahí, apenas respirando, con su cabello pegado en la frente y sus manos completamente sucias con barro.

— ¿Eres real? — Preguntó Jimin en un tono suave. Su voz era como la melodía de una caja musical de gran valor, el dragón se sorprendió por ese tono, pero bajó la mirada y apretó con más fuerza la herida en su estómago.

— Si me vas a matar, hazlo rápido, ya no quiero estar solo.

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[Historia dedicada en su totalidad a ArtistBaby  💗]

Nota: Holensss mi gente bella y saludos especiales a mis seguidores que siempre votan ❤️ nueva koomisión, esta fue pedida con una idea que se me planteó y acá está, espero que quede bien y esté a la altura 😔💕 me acordé de un tiktok que me salió hace poco djjdjd de una chica que dijo que se leyó un libro de un unicornio y una chica, y que era bien cursed. Espero que esta obra quedé muy bien, no quiero ser cursed por favor jdjdj. No les parece raro como hay libros súper raros publicados? Es curioso eso. Pero bueno, que uno se va por las ramas jdjdj espero les guste esta koomisión, besitos. Carlitos fuerans.

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