dos

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—dos: conejo—

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—dos: conejo—

La cosa tenía su gracia.

Chifuyu, el tigre que no sabía regular su aroma, veía poco disimulado al conejito Alfa que se entregaba furiosamente a su bebida, haciendo un espantoso sonido burbujeante.

Le había comentado a grandes rasgos que la forma correcta de beber su cafe doble estilo Americano era quitando la tapa de plástico y beber del borde directamente, pero la sugerencia se murió tan pronto los ojos negros del Alfa llegaron a posarse sobre los suyos claros.

Puede que solo lo haga con el fin de molestar o es que de verdad esa era la forma usual de beber su cafe doble estilo Americano, bebida que llevaba a diario en un vaso de plástico con una pajita en medio del mismo material. Chifuyu no discrimina a nadie por la manera de beber, pero estaba deseando romper, sin querer, aquel artilugio que le impedía concentrarse.

—¿Podrías... almorzar fuera? —Preguntó sin girarse sobre la silla como de costumbre hace, bajando los hombros cohibido por la respuesta.

—Estoy en mi zona de trabajo, Chifuyu... —Murmuró sin dejar la pajita fuera de su boca, sobre sus labios y entre pucheros.

Chifuyu hizo un sonidito de afirmación, dando a entender que no quería decir ni objetar nada, pero aún así Keisuke no separó sus ojos de él. Le escuchaba hacer más ruiditos aparte, como si intentase gruñir o bufar sin resultado, una especie de cachorro frustrado que recién aprende lo básico de ser mayor, pero que en consecuencia se terminaba asimilando a un juguete deshinchado.

Baji rodó sus luceros intentando ignorarle. Una vez más se dedicó a corregir ejercicios de los últimos exámenes con la tinta roja que tanto caracterizaba sus correcciones, sin prestar mucho entusiasmo al toqueteo nervioso de la cola grisácea del otro en su escritorio. Tenía que aceptar que su pelaje era más sedoso y de tacto más suave por ser un híbrido de conejo, pero tenía cierta curiosidad por aquella cola que le vacilaba.

Sus orejas, ahora gachas por precaución, normalmente estaban alzadas meneándose de tanto en tanto cuando se distraía y en algún punto se venían abajo cuando se quedaba pensando mucho en algo. Aquellas dos orejas le acompañaban en cada momento a la hora de expresarse, al igual que su colita, que se agitaba con ímpetu cuando estaba emocionado. Después de conocer a Chifuyu, hace un mes, las cosas entre ellos fueron de mal a peor.

Sobretodo cuando Keisuke quiere silencio, paz, un lugar luminoso y airado, sin distracciones, pero tiene como compañero al chico más ruidoso, parlanchín, torpe, que desprende su aroma como si se le fuese la vida en ello, añadiendo el molesto sonidito que hace cuando intenta gruñir.

Por lo que las orejas de Keisuke siempre están gachas, su colita está quieta y en su rostro nace de la mezcla de aburrimiento y estrés.

—Haces mucho ruido... —Se atrevió a decir Chifuyu, otra vez de espaldas, sus pies no se veían caer del borde de la silla giratoria por lo que estaba claro que estaba sentado de mala forma. Sus orejitas estaban quietas y un tanto curvadas, para captar —esos sonidos inaudibles para los otros— los movimientos lentos y precisos del otro. Su colita estaba acostada en el respaldo de la silla y caía suavemente detrás de ésta, moviéndose con cuidado.

Rawr Me | BajiFuyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora