VI

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Xie Lian lo miro de reojo y se paró, cargando una caja de la que sobresalían algodón y agujas bajo telas muy finas.

Al estar en movimiento todo el día, el brazo de hueso prominente se había secado en sangre negra y se formó una ostra muy desagradable. Wu Ming considero limpiárselo antes de ver a su Alteza, más recordó la orden de no hacer nada hasta llegar a Mansión Paraíso y lo dejo así.

Quien sabe, quizás esta vergüenza ayudara a no cometer otro error en el futuro.

— Siéntate aquí.

Como fantasma, no poseía la sensibilidad de una piel humana, aunque había tratado de adoptar una con práctica, aun así, sintió el más íntimo de sus nervios exaltarse cuando Xie Lian le dio un suave empujón hacia el diván al frente de la majestuosa cama.

Él se sentó, su columna enderezada como un árbol formidable y Xie Lian lo siguió para revisarlo. Como la ropa estaba casi suelta por cortadas de espada, Xie Lian solo necesito tirar un poco y la tela se rasgó, dejando libre la zona herida.

Frunció los labios con disgusto y más pronto que tarde, tomo una botella de alcohol y la derramo encima. El picor fue incomodo, no doloroso. Sin decir nada, el ex príncipe hizo bolas de algodón y comenzó a quitar lentamente la carne dañada, cuidando de no enredarse con la humedad.

Wu Ming quiso distraerse de esta muestra piadosa de Dianxia rememorando que esa botella es de la marca Sonrisa de Emperador, cuya popularidad era de ser un alcohol muy puro. Se la habían entregado como ofrenda entre otras cosas, desde el principio se preguntó porque su Alteza la trajo a su habitación y pensar que su primer uso es este.

— ¿Qué aprendiste hoy?

— Soy decadente, su Alteza. Mi impulso lo avergonzó frente a los súbditos.

— Batiéndote en duelo con un dios, ¿No tuviste suficiente con los treinta y tres generales celestiales?

— Ese hombre es...

— Sé quién es— interrumpió el mayor, echando otro chorro de alcohol sobre el brazo de Wu Ming, importándole poco si arruinaba el forro de la silla— Por eso, sabía que haría algo como esto. Feng Xin va derecho con todo. Obviando los peligros y preguntando porque no cuando ya hizo un alboroto.

Wu Ming hizo puño de sus manos, sintiendo un malestar peculiar junto a los toques delicados de su Alteza sobre su piel.

— Su Alteza...

— ¿Por qué?

No pudo contestar, hacerlo sería irrespetuoso. Odiaría admitir que Feng Xin se comparaba con él, que grito ser más capaz de el para proteger lo que ama, recordarle que sigue siendo poca cosa si Xie Lian tuviera otras opciones.

Terminado de higienizar el hombro casi despedazado, Xie Lian dio un suspiro cansino ante la falta de respuesta.

— Sea lo que sea que te incito, ¿Qué tiene que ver con nosotros?

— Su Al- ¡Grr!

Dos crujidos consecutivos se hicieron oír en la sala y logro espantar a unas almas perdidas en la ventana de su Alteza.

Por reflejo, Wu Ming se mordió los labios y con su ojo normal miro como su Alteza le enderezaba rápidamente el brazo, los huesos aleándose nuevamente, los ligamientos y venas uniéndose con sus semejantes otra vez.

— Me diste tu palabra de no hacer escenas como esa.

— Pido castigo para mi falta.

— ¿No te das cuenta? Tu falta es lo de menos, ¿Por qué no puedes ser sincero conmigo? Si te molesta, si no te gusta; no me dices nada.

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