Capítulo cuatro

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Jungkook abría sus ojos por la incómoda luz que entraba desde la ventana, su cabello albino era golpeado por el viento que a su vez lo recibía cálidamente, por instinto pasó su brazo por encima de sus ojos, mientras se removía un poco en su lugar, tratando de asimilar que hacía y que día era, en dónde se encontraba.

Se sentó en su cama con el cabello enredado y alborotado, frotando sus ojos para tomar rápidamente su teléfono, mirando la hora y el día, suspirando calmado, ¿que haría un sábado a las 8:34 a.m? No lo sabía, pero al parecer su compañero de cuarto sí.

Observó a Taehyung ya vestido, colocándose una bandana mientras se miraba a sí mismo en el espejo.

- Buenos días - murmuró en un tono bajo y desanimado, mientras ordenaba sus cabellos cómo podía, pasando sus dedos a través de sus blancas hebras.

- Buenos días, ¿te desperté? - respondió casi de inmediato, demasiado sereno.

Jungkook solo negó, mientras salía de las sábanas y caminaba perezoso al baño, siendo seguido por esos filosos ojos color miel hasta estar dentro.

Mojó su rostro, pálido, sus ojos rojos resaltando por su blancura; las gotas caían por su barbilla, mojaban ligeramente su cuello y parte de su camisa, al tener el rostro limpio decidió comenzar a peinar su cabello que se tornaba ondulado con cada cepillada.

Su rostro lechoso ahora estaba cubierto por una crema especial para su clase, la habían preparado sus padres, solo para él.

Un suspiro escapaba de sus belfos, desde lo profundo de su garganta, su cuerpo tenso sin motivo aparente, escalofríos recorriendo su espina dorsal, su mandíbula comenzaba a doler y extrañamente estaba más frío que de costumbre.

No le tomó demasiada importancia, siempre estaba más susceptible a todo cuando despertaba. Salió del baño, observando la habitación en completo abandono.

Se colocó un pantalón, corto y oscuro, mostraba sus muslos, sus lampiñas piernas, su camisa era holgada y de mangas cortas, blanca, se camuflaba con su tes y además dejaban ver sus brazos, sus pulseras que decoraban sus muñecas y aquel collar dorado que resaltaba en la piel blanca de su cuerpo, con un dije de estrella.

Tomó asiento en su cama mientras ataba sus cordones, sus zapatillas oscuras, relucientes, se colocó colonia una vez estuvo parado y unos lentes de sol para proteger sus ojos sensibles y rojizos.

Con un bostezo decidió salir y cerrar con llave la puerta de su habitación compartida, los pasillos estaban igual de desolados que su cuarto, no le sorprendía para nada, todos eran demasiado madrugadores al parecer.

No tardó demasiado en avanzar, se dirigía al gran patio del lugar, adornado con bellos árboles y flores en cada rincón, pero eso no era lo importante, había descubierto un pequeño lugar inhabilitado por humanos. El lugar estaba rodeado de árboles, contaba con un sauce llorón en el centro, sus hojas caían y formaban una "fortaleza", Jungkook tenía planeado llevar una manta y sentarse ahí hasta querer almorzar algo, si es que sentía algo de hambre y eso hizo.

Sus piernas tersas y lechosas estaban asentadas en la manta beige que se estacionaba sobre las verdes plantas que aquel lugar ocultaba, sostenía un libro de ciencias en su mano derecha, mientras en la otra sujetaba una manzana verde, un aperitivo. Su figura resaltaba en aquel lugar, parecía brillar entre el paisaje que solo contenía tonos marrones, verdes y quizá un poco de amarillo, rosa o violeta por las flores de alrededor. Sus pestañas albinas se tomaban descansos de a ratos, cerraba sus ojos, respiraba hondo y soltaba el aire, el viento erizaba sus vellos, mantenía sus sentidos vivos, sus ojos destellando en tonos rojizos.

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⏰ Última actualización: Oct 08 ⏰

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Delicioso // Vkook (Remodelando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora