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Solo un anillo inútil, eso sin más. Normalmente los anillos tienen gemas que vender sin que quien las compre pregunte demasiado, pero este no tiene ninguna. Seguramente sea de oro, pero no me sirve para nada. Creo que es alguna especie de sello, porque ya antes he visto a alguien usar un anillo como uno.
Sin duda el riesgo no valió la pena, y realmente se veían peligrosos de cerca. Creo que el de la espada estaba dispuesto a cortarme por la mitad. Ojalá pronto se vayan. Lo único bueno de este día es que encontré unas flores muy lindas, que seguro le gustan a Julieta.
Vincenzo caminó a través del mercado del centro de la ciudad con una sonrisa. Casi todos lo miraban mal, unos porque quizá un día les robó algo para llenarse el estómago y otros solo porque oyeron los cuentos exagerados de las cosas que había robado.
Para el caso daba lo mismo, y cada día era más complicado encontrar qué comer. La última vez había tomado una fruta de una carreta, pero todavía conservaba algunos moretones de los golpes que se llevó por eso.
No todas las personas eran malas con él; Nicola y Renato siempre lo han ayudado de muchas maneras. Renato incluso lo deja dormir en su posada y su esposa muchas veces se ha encargado de que no muera de hambre. Igual Julieta le ha dado algunas veces un poco de comida, y eso que a ella lleva muy poco tiempo de conocerla. Pero Vincenzo no quiere ser una carga, y mucho menos que se cansen de ayudarlo y, además, ya no es un niño realmente, al menos no para sí mismo, aunque todos digan que sí. Por eso no va siempre con Renato, y menos con Nicola, y suele buscar flores para Julieta, ya que a ella le gustan.
Llegó frente al convento. Un lugar enorme, más grande que cualquier posada que Vincenzo conociera, más alto también y con muchas más personas viviendo dentro. Un lugar realmente imponente visto de cualquier manera, con un hermoso jardín trasero, que también sirve de cementerio para quienes pueden y están dispuestos a pagar grandes sumas de dinero. Es ahí donde suele encontrarse Julieta, cuidando las flores que tanto adora, y es entonces hacia atrás del convento donde se dirige Vincenzo, con la esperanza de que ella esté ahí.
—¡Julieta! —saluda Vincenzo desde la parte más cercana de la verja a donde está ella —Julieta, mira las flores que encontré —ella levanta la vista y sonríe.
—Son muy bonitas, Vincen —le dice tomándolas por entre los barrotes —¿Dónde las encontraste? No las habrás robado, ¿verdad? —preguntó juntando un poco las cejas.
Tiene un poco de lodo en la frente, seguramente por haberse limpiado alguna gota de sudor, sin darse cuenta, con las manos llenas de tierra.
—No las robé, Julieta, las encontré a la orilla del río. Hay muchas, así que te traje algunas —sonrió Vincenzo.
—Vincen —comenzó ella mirando con tristeza las flores —, me gustaría darte algo de comer, pero la hermana Clarissa me descubrió la última vez y me es casi imposible acercarme al almacén.
—No te preocupes, Julieta, no tengo hambre —mintió él sonriendo y luego continuó preocupado —. ¿Te castigaron?
—Nada de lo que debas preocuparte —contestó ella frunciendo los labios.
—Un día nos iremos de aquí Julieta, te lo prometo, y viajaremos por todo el mundo recogiendo flores —dijo Vincenzo levantando los brazos y cerrando los ojos —. Te lo prometo.
—Sí, Vincen, ahora vete, en cualquier momento vendrá una de las hermanas —dijo ella sonriendo tristemente.
Vincenzo se fue, atravesó el mercado nuevamente y, más o menos a la mitad del paso, se encontró con un panadero que trataba de convencer a una señora de comprar su pan.
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Akeram Princess: La Reina Maldita
FantasyAlessandra, hija de Vlad Tepes, es la princesa del reino de Akeram. Cuando ella está cerca de tener la edad suficiente para sucederlo en el trono, está obligada a convertirse en todo aquello que odia de su padre, un rey déspota y un asesino sádico y...