Prólogo

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Prólogo:

Anna.

Era medianoche cuando el automóvil se estrelló en una calle desolada de Oregón, a mitad de la carretera. Una espesa oscuridad la rodeaba en el frio nocturno. La mujer sale del auto con la ropa manchada de sangre, temblando, mirando a sus espaldas para ver si dejaron de seguirla: Parecía no acabar la pesadilla. ¿Cómo llegó a esta situación? No sabría decirlo. Al disiparse la niebla, pensó que dejaron de seguirla...

...Pero al mirar al frente, se aleja con un grito. Lo más lejos posible. Al encontrar sus ojos con sobresalto a los de la cosa que estaba escapando. Estaba allí mismo, en silencio, sin expresión, a unos centímetros de ella.

- ¡¡Aléjate de mí...!! -Exclamaba asustada - ¡¡Vete...!! ¡¡¡Vete...!!!

Con dificultad, logra levantarse del suelo para correr al bosque. No supo cuánto tiempo transcurrió pero parecía haberlo perdido, ya podía calmar el tambor que sonaba su pecho.

-Los perdí...Los perdí... Se decía para calmarse, aunque no era suficiente. ¿Cómo iba a comunicarse con alguien si no tenía teléfono? Estaba sola, perdida en lo profundo del bosque. Se desplomó al suelo y se quedó allí sin saber qué hacer, inmóvil, hacia días que no dormía, en un momento parecía que todo saldría bien, que volverá a su vida normal...

...Pero el tacto de unas manos pequeñas, frías y como el tamaño de una pelota de beisbol, acariciaron con ternura su piel demacrada. Lo que parecía un cielo sin luna, resultó ser un cielo nublado, porque en un minuto, las sombras se disiparon al salir el pálido brillo de la luna. Iluminando el alborotado cabello rubio de la mujer, sus parpados cerrados, sus labios rojos, su ropa desgarrada...

...La mujer apenas se percató de que no estaba del todo dormida, pues fácilmente se despertaba sin una alarma a su lado, pero no quería creer que la habían encontrado, que todo había acabado para ella:
Que al final, su trabajo fue en vano, su viaje fue inútil, un peligro innecesario decidió participar... ¿Pero que iba saber ella que la verdad era peor de lo que imaginaba?

Si darse cuenta, la mujer ya había dejado de respirar...

Las Tinieblas Tienen Nombres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora