Sin Salida.

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Esperó a que se durmiera y entonces actuó. No podía más, tenía que hacerlo. Cogió su corbata y entre lágrimas la coloco delicadamente alrededor de su cuello y comenzó a presionar hasta que Elizabeth dejo de respirar.

Inmediatamente, el grito del silencio se apodero de aquella habitación.

John, con sus manos aun temblando, encendió un cigarro y cogió el teléfono.

-¿Habla la policía, en que puedo ayudarle?

-He matado a mi esposa, no... no pude evitarlo, vivo en la avenida Zaar 136, primera planta, aquí estaré.- Dijo John casi susurrando y colgó.

Se dirigió al baño a lavarse las manos y al terminar se sirvió una copa de ese wiski añejo que tanto le gustaba a Elizabeth. Lo bebió de un trago y mientras observaba el cuerpo sin vida de su mujer, abrió la puerta de la habitación y se sentó al borde de la cama esperando a que la policía llegue.

De repente, John escucho como derribaban la puerta de su casa, se levantó rápidamente, cogió un arma que tenía guardada en su mesa de noche y mirando hacia la puerta grito:

-¡aquí arriba!

Los oficiales de policía, como no sabían que se encontrarían, iban armados y listos para disparar en caso de ser necesario. El oficial que iba delante, en el momento que asomo su cabeza y vio a John armado, le apunto y dijo:

-¡Suelte el arma señor!

-No quería hacerlo, pero... pero alguien debía detenerla...- Dijo John totalmente abrumado

-¡Le he dicho que suelte el arma, suelte el arma ahora mismo!- Grito el oficial con mucha más fuerza y autoridad.

-Lo... lo siento- Dijo John y en cuanto amago con dispararle, el oficial disparo dos veces lo que le provocó la muerte inmediata.

El arma que sostenía John era de juguete.

Del Amor Al OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora