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— Papá, ¿es cierto que tengo una vela en mi interior?. — Le pregunte, a Papá con esos ojos de curiosidad como niña pequeña, y Él me miro con ternura y amor.
Con su mano dijo que me sentará a su lado dando palmaditas, y yo corrí a sus brazos dándole besos en todo su rostros, riendo y al final me senté a su lado, con mi corazón alocado de la emoción.
No se cuando me derretire a su lado o desmayarme de la emoción...
—Hijita mia, los hombres tienen luz en su interior, les hice a imagen y semejanza de mí, Jesús mí hijo amado y de mí Espíritu, yo les cree así.— le mire media confundida y solo me miro y tocó mí corazón, y casi me desmayo por sentir su gloria.
No te desmayes me dije a mí misma...
Y Él siguió explicandome.
— Antes de que Adán y Eva desobedecieran y pecaran, ellos tenían en su interior luz, tenían sus espíritus conectados con mí Espíritu. Pero esa conexión se rompió, su luz se desvaneció.
Y yo estaba como tomate y entonces entendí.— y Papá se dio cuenta, entonces me preguntó.
—Dime hijita mia, mí niña de mis ojos, ¿Antes de conocerme no sentías en tu interior un vacio que no podías llenarlo con nada del mundo?.
Entonces recordé mí pasado antes de conocerlo y como me sentia.
Me sentía vacia, como si mí vida fuera una vida vana que no tenía propósito alguno y sentía que no quería vivir más.
—A, antes de conocer conocerte, me sentía vacia, sentía que mí corazón estaba hueco, sentía como si no tuviera luz y viviera en tinieblas, no tenía ganas de vivir aunque lo tenía todo.
Mis ojos se pusieron llorosos y mí voz se quebró.
Cometí muchos pecados, errores que me dejaban cada vez más destrozada y me sentía basura... Tu... Tú fuiste esa luz, tú me sacaste de ese vacio, me sacaste de... De esas tinieblas, ahora, ahora ya no me siento sola, ahora tengo tu luz, te tengo a tí Papá.
Llore y me abrazó entendiendo mí dolor me abrazo como un Padre que abraza a su niño que se lastimó su rodilla al caer, o cuando pierdes un ser querido.
Papá entonces habló. Mientras me abrazaba
— Cuando entre en tu vuda y te dí la oportunidad de conocer a mí hijo y aceptarlo en tu corazón, tu espíritu que estaba dormido, despertó por eso ahora esa conexión ahora está como antes, conectado conmigo.
— Hija, mí niña... Tu vela antes estaba apagada, ahora tienes luz. Tu decides si apagarlo o que siga con esa luz en tí. Eres mi pequeña velita de luz. Y te amo mucho y volvería a morir por tí para que vuelvas a mí. Mí hijita
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Al principio todos somos como una vela guardada en un cajón de mesa, puede que sea grande e importante, (pensamos que esta vida este mundo es más importante que nuestras almas y por eso lo guardamos).
Cuando Dios nos llama decide darte de su luz, para poder ser usada o usado y tener un propósito en esta vida, puede como la vela volvernos pequeños con el paso del tiempo o años, (puede que nuestra termine sin haber acabado un sueño, o meta o morir joven quien sabe), pero tu decides si tener ese vacio lleno con su presencia y su luz o que siga vacio.
Tengo la certeza que mi vida y tú vida no termina aquí y viviremos a a lado de Dios sin un final y esa vela jamás terminara de consumirse y Dios nos dará mejores sueños o tal vez los mismos pero a su lado.
Tú también puedes ser esa vela de luz, alumbrar a otros, Dios tiene grandes propósitos con nosotros y eres importante. Ahora esa luz que habita en tí debes cuidarlo día a día. Porque esa luz es Dios en tu interior.
