El cansancio ya se había hecho notar, el viento estaba soplando con más ganas y la noche ya hace rato que se había metido, pero ella sabía que debía de seguir su camino, había hecho esa pequeña parada y ahora debía pararse y retomar su rumbo. Aun no estaba claro a donde es que iba, pero si sabía que ahí no terminaba el viaje, así es que le dio marcha a sus pies y tratando de cobijarse un poco mejor con ese viejo abrigo, que fue lo único que le importo llevar consigo, prosiguió. La oscuridad y el viento en la cara, se le asemejaba a esos días de intensas tormentas de nieve, cuando no se podía ver nada y las manos y las orejas se congelaban, hasta el punto que tocarlas, dolía.
“Era entrado el mes de diciembre, cuando habían anunciado por televisión una y otra vez, que una increíble tormenta azotaría el área tri-estatal, región en donde ella vivía, pero como era de costumbre, ya no mucha atención ponía a la advertencias que hacia la prensa o la televisión, la cual estaban, a su modo de ver, completamente fuera de acierto. Solo por un momento pensó que debía coger algunas provisiones, no fuera a ser por alguna extraña razón, esta vez le dieran en el clavo, pero pronto volvió a sus pensamientos normales y la preocupación pasó sin mayor alarde. Su esposo llego tarde ese día, cuando ya la anunciada nevazón había comenzado, la nieve caía, despacio pero constante, suave y muy blanca, que con el contraste de la oscuridad, producía un brillo nocturno, como el de una noche de luna llena, en pleno campo. Ella disfrutaba admirando el paisaje nevado, era una de sus cosas preferidas, no así, claro tener que salir a removerla, pero encontraba que era algo bello. Esa noche miro largo rato por la ventana, hasta que se dio cuenta que era tarde y debía irse a dormir.
En mitad de la noche, siente como su esposo la despierta, de sorpresa, y exaltado le dice, ¡Ven, ven a ver lo que ha pasado!, y rápidamente ella se incorporo desde su cama para seguirlo a él, cruzaron el pasillo y ahí se encontraron frente a una de las ventanas que daba al estacionamiento, y él le dice, ¡Mira, se los han llevado!( se refería a los autos que estaban estacionados), con la mirada incrédula, ella asomo su cara por la ventana para asegurarse que lo que él estaba diciendo era cierto, y cuanta fue su sorpresa, que la sangre por poco abandona su cuerpo, y la expresión perpleja en su cara, que la hacían aceptar, que él, no estaba mintiendo. Y ella replico, ¡pero cómo!, ¿Quién lo ha hecho?, y seguían las preguntas una tras otra, hasta que por un instante ella se dio cuenta que su esposo reía, fue ahí cuando se detuvo y pregunto, ¿pero por qué ríes?, a lo que él le contesto,
¡Por que están ahí, nadie se los ha llevado! ¡Es solo que ha nevado más de la cuenta y los ha cubierto completamente, finalmente le han dado en el clavo! Afirmo él, tendremos que trabajas mucho mañana, removiendo la nieve! Agrego ya de camino a su habitación, mientras su esposa incrédula, seguía pegada a la ventana para reafirmar que lo que veían sus ojos era solo una ilusión.
Y así fue como ese día se convirtió en especial, uno que no volvería a ver repetirse, habría sido el día con mas nieve, que ella hubiese presenciado, 4 pies habían caído, las escuela y los trabajos cancelados y como era inusual, por la cantidad de nieve que había caído, todo mundo paso largas horas en los labores de limpieza y ella no fue una menos, siempre recordaría el frio intenso que calaba sus huesos, sus mejillas enrojecidas por el viento, y sus pies y manos entumecidas por zapatos que ya no eran capaces de repeler la nieve.”
Entre pasos un poco más lentos y la mirada escondida detrás de la solapa de ese viejo abrigo, ella trataba de avanzar, y levanto su mirada por un instante, cuando puedo divisar que a la distancia podían verse algunas luces, no con mucha claridad aun, pero definitivamente, pensó ella, era donde debía llegar. Sintió en ese momento un poco de temor, pero no estaba segura cual era su misión, pensó , toda una vida en busca de tareas que le trajesen recompensas para así llenar ese corazón a falta de lo que no podía tener, pero esta vez era diferente, no sabía de que se trataba o que misión se le estaba encomendando.
“Pasaba largas horas en frente de su computador, que agradecía tener, ya que en los años, cuando ella era una niña, no los había, hubiese deseado que todos aquellas horas que gasto haciendo escritos de ideas futuristas, hubieran quedado guardados en alguna memoria de algún disco duro, en cambio, las hojas de esos cuadernos más bien desbaratados, quedaron perdidas en las muchas mudanzas, a las que se vio obligada por circunstancias que la vida brindaba. Pero sabía que era diferente, que tenía algo en su interior, el cual debía buscar, un talento, le llamaban algunos, otros simplemente decían que ella perdía el tiempo, pero la realidad es que ella si era diferente, veía las cosas desde otro punto de vista, el que no compartía con el resto de la gente. Poco a poco, año tras año descubrió que esta diferencia se acrecentaba y esa personalidad que se hacía más intensa y fuerte dentro de ella, no tenía cabida en la vida real, fue ahí cuando entendió que su vida tendría una difícil misión, poder sobrellevar a las dos. Ella decía en esos años que los adultos no comprendían a sus hijos, pues creció pensando que ella algún día lo haría mejor, pero ella era una de esas, una incomprendida, a la que la vida la azotaba cada día, era habitual verla callada, como ida, en otro plano, siempre tratando de sobrellevar el momento, algunos decían que ella sufría de depresión ¡pobrecita, necesita ayuda! Era una frase que escucho repetirse por mucho tiempo.
A la edad de quince ya había decidido que este mundo no era el de ella, y que era demasiado duro tratar de vivir entre los que ella consideraba, falsos y egoístas, por lo que ¡se quito la vida!, ¡porque ella lo hizo!, que no se muriera es otra historia, no fue una acción que ella no hubiese pensado por largo tiempo, si no todo lo contrario, gasto horas y días haciéndolo, imaginando como ¿podría ella seguir adelante sin mostrar su desagrado por ese vivir?, odiaba a sus padres aunque no lo gritaba, no entendía por qué la habían abandonado, porque después de la separación, sintió exactamente eso, abandono, ellos se dedicaron a sus nuevas vidas y ella trataba de rehacer la de ella con los pocos pedazos que le habían dejado, hasta que un día, ya un poco mas recuperada de su suicidio fallido, asumió que tal vez su misión era levantar a sus pequeños hermanos, y así fue como esto abarco su mente, y corazón y le ayudo a seguir adelante. El tiempo transcurrió y sus problemas existenciales aun la acompañaban, pero como no era capaz de lidiar con ellos, los guardo en un rincón de su cabeza, para cuando ella estuviera mejor, pensó. Su vida siguió su curso, con altos y bajos como la de cualquier otro ser humano, y cada cierto tiempo creía encontrar algo nuevo en que fijar su mente, o, de que aferrarse para soportar el dolor que albergaba adentro, y así con sus misiones falsas pasaba y avanzaba años de su vida, sin poder nunca decir misión cumplida.”
Unas cuantas gotas cayeron en su cabeza y rostro, las que le hicieron pensar que la tormenta que se estaba avisando desde hacía algún rato, comenzaba a caer, y sentía la necesidad de buscar refugio, miraba hacia la distancia, buscando las luces que anteriormente había divisado, pero estas aun parecían estar distantes, lo que le decía que debía apurar el paso, pero esta vez era diferente, aunque sus pies cansados replicaban, ella no sentía esa sensación de ahogo y sus extra palpitaciones como normalmente acostumbraba a sentir.