Llevame a donde no llegues,
oculta tu sonrisa de la luz,
hasta que las calles terminen,
donde el invierno consuma todo lo que existe.
Púdrete en tu infierno rodeado de muertos.
Y que lo que ves sea cómo un etéreo firmamento.
Sonando campanas con tu nombre y
que los bosques sean el paraíso que siempre fueron, pero no lo alcanzarás.
Las primaveras seran frescas y los inviernos acogedores, veras desde las montañas lo que nunca alcanzarás.
En la miseria serán los miles de himnos que te invocaren, pasarás y gritaras tu nombre con malicia y no te escuchará nadie pero solo te escuchará tu inmundicia.